Pedro Pierre
La relativa discreción con que se hizo el traspaso de poder al nuevo rey de España llama la atención. Uno lo entiende si mira las serias dificultades a las que está enfrentada España en este momento como la monarquía española. Según los sondeos, la continuidad de la monarquía está rechazada por más de 40% de la población española. Además, España es uno de los países que sufre con más impactos la crisis europea.
El desempleo es especialmente catastrófico: el promedio llega al 25% de la población en edad de trabajar y a 50% entre su parte más joven. Dos regiones españolas hablan no solo de autonomía, ya que España es una unión de regiones autónomas, sino -además- de independencia.
En nuestra época de democracia, desde la Revolución Francesa desde 225 años, las monarquías europeas representan un anacronismo: siguen vigentes a través de la sucesión hereditaria y viven de sus rentas y de los impuestos cobrados a todos los ciudadanos. Los reyes o las reinas de Europa, sin ser elegidos ni aceptados formalmente por sus conciudadanos, tienen una autoridad reconocida por la Constitución de sus correspondientes países. Los escándalos morales, financieros y sociales de ciertos miembros de las monarquías europeas quedan en la impunidad por la inmunidad que gozan legalmente…
La Biblia nos cuenta la historia de los reyes del pueblo de Jesús: reinaron durante unos 500 años antes de él, y la mayoría, menos 3, quedaron muy mal por portarse más como los monarcas dictadores de los países vecinos, en particular Egipto, que según el corazón de Dios.
El reconocido teólogo de la Liberación, José Comblin, explicó una vez en Chile, en 2010, de una manera contundente, lo que significaba el Reino de Dios y, por lo mismo, el rol de los reyes según el proyecto de Dios: “¿Qué es reinar en la Biblia? Reinar es luchar contra los dominadores para salvar a los pobres. Eso es lo que justifica la autoridad. El papel de la autoridad es luchar contra los poderosos para salvar a los dominados. Salmo 72. Entonces ahí está claramente el papel del rey. Y ahora Dios está comenzando a hacer eso. Luchar contra los dominadores. Contra los poderosos. Y levantar a los oprimidos. A los rechazados. Entonces eso es el Reino de Dios”.
Eso nos hace entender la clase de Reino que buscaba Jesús y las razones por las que las autoridades judías y romanas lo mandaron a crucificar: querer implantar el Reino de Dios según el salmo 72. Hemos de preguntarnos dónde hoy nos ubicamos nosotros, los cristianos.