MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

El bien común de la humanidad

Pedro Pierre
 
América Latina es actualmente el continente que propone alternativas para salir del colapso del capitalismo neoliberal. Nosotros sufrimos sus mayores embates en la última década del siglo pasado. Europa lo está sufriendo en este momento. Los gobiernos progresistas latinoamericanos, liderados por Brasil e inspirándose en Cuba, proponen un nuevo modo de vivir y organizar la sociedad. Ahí están los ejemplos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, El Salvador, Nicaragua…
 
Se plantean 3 niveles de búsquedas y comienzos de realización. La Revolución Ciudadana sería el fondo común, ya que los ciudadanos -cada vez más- quieren participar de las decisiones, de la gestión y de los beneficios de un nuevo modelo democrático. Todavía falta mucho que hacer, pero estamos en camino. Como contenido, los indígenas proponen el Bien Vivir y Convivir a partir de una visión más comunitaria de la organización social, una mayor comunión con la naturaleza y relaciones de solidaridad entre todos los seres humanos. De las reuniones de los foros sociales mundiales sale una tercera propuesta que el sociólogo belga François Houtart llama el “bien común de la humanidad”.
 
“En primer lugar, la relación social con la naturaleza debe asegurar la regeneración de la tierra y una utilización razonable de los recursos no renovables. Ello significa pasar de la explotación (concepto del capitalismo) al respeto de la tierra como fuente de toda vida, física, cultural, espiritual, y fomentar una visión biocéntrica del universo.
 
En segundo lugar, la posibilidad para todos de acceder a las bases materiales de la vida exige que se privilegie el valor de uso frente al valor de cambio (eje central de la acumulación capitalista), con relaciones de producción sin explotación del trabajo y sobre la base de la solidaridad.
 
La tercera dimensión es la organización colectiva, social y política que tiene que asegurar la participación de todos en la generalización de la democracia en el conjunto de las relaciones e instituciones sociales, fomentando la construcción continua de los grupos y de las personas humanas como sujetos sociales a los varios niveles.
 
Finalmente, la participación de todas las culturas, los saberes, las filosofías, las espiritualidades en la elaboración de una visión holística de la realidad y la ética social pondrían fin a la hegemonía de una cultura (occidental) instrumentalizada por el mercado”.
 
Ya San Pablo advertía a su amigo Timoteo: “Debes saber que la raíz de todos los males es el amor al dinero”.