Rodolfo Bueno
Rebelión
Los expertos sostienen que esta crisis es inevitable, sólo no se ponen de acuerdo en cuándo va a suceder y si el dólar va a caer sólo o si en su caída va a arrastrar consigo al sistema financiero mundial.
La deuda en dólares, moneda que según el excongresista republicano Ron Paul la Reserva Federal (FED) “imprime de la nada”, genera un problema peliagudo debido a que el sistema no puede trabajar en una economía real de mercado. “Tenemos burbujas en el mercado de valores, aún existe una burbuja inmobiliaria y una burbuja en los préstamos estudiantiles”, la economía de EE.UU. se aproxima una recesión para la que no hay una “salida fácil”.
El próximo 3 de noviembre el Congreso de EE.UU. comenzará a debatir la subida del límite de endeudamiento gubernamental, pero, anticipa Ron Paul, la decisión de subirlo va a ser “realmente irresponsable” y advierte sobre el peligro que supone el crecimiento desenfrenado de los gastos, en particular de los militares, que sirven a una “política exterior de guerra perpetua” y concluye: “El dólar llevará a EE.UU. a una catastrófica crisis financiera”; pronostica que el colapso será rápido e inesperado: “En la mayoría de las veces, estas cosas se dan de imprevisto”.
Ricardo Salinas, miembro de una de las familias más acaudaladas de México y el mundo, va más allá y asegura que el dólar se encamina a su valor real frente al oro “que corresponde a cero”, que esto pasará cuando nadie quiera entregar ni la mínima cantidad de oro para adquirir un dólar. Esta tendencia a descender del dólar conduce a la pérdida del poder adquisitivo de la sociedad y a una eterna crisis financiera. El problema se da porque desde 1900 el dólar de EE.UU. ha perdido un 96,2% de su valor, lo que agrava la inflación que está devorando la economía de ese país.
A nivel mundial, la desconfianza por esta moneda ha crecido tanto que muchos bancos centrales, especialmente de los países desarrollados, tienen sus reservas en oro, un bien que no les da interés de ningún tipo y que, por el contrario, se debe gastar en almacenarlo y en seguros contra robos. Lo que significa que, salvo en contadas excepciones, todos cuestionan seriamente el sistema monetario basado en el dólar.
¿Quién tiene la culpa de este descalabro? La FED, el mayor sistema parasitario del planeta. Este banco central pertenece a doce instituciones bancarias privadas, cuyos accionistas son desconocidos y cuyas decisiones no deben ser ratificadas ni siquiera por el presidente de EE.UU. ni por ningún otro órgano del gobierno ni tampoco rinde cuentas a nadie y se hace de la vista gorda cuando se trata de clientes ricos, al no aplicar algunas leyes. Si el Estado Federal necesita dinero se dirige a la FED, que lo imprime y se lo presta a cambio de bonos y cuanto más circulante hay en EE.UU., mayor es su deuda. Estos bonos se comercian en el mercado de valores y su tasa de interés recae sobre el hombro del ciudadano norteamericano, que paga cerca de 500.000 millones de dólares de interés por año por una deuda de 18,5 billones de dólares, mucho más que el doble del valor de todo el oro extraído hasta la fecha en el mundo entero.
La FED es la institución menos democrática de EE.UU., cuyos ciudadanos no eligen a su jefe, nombrado para catorce años por el Presidente, que a su vez es electo sólo por cuatro años y no tiene poder para ejercer su potestad, pues su campaña electoral fue financiada por los gigantes de Wall Street, a los que debe obediencia ciega.
Por algo Bernie Sanders, precandidato demócrata a la presidencia de EE.UU., afirma: “Si el Congreso no puede regular Wall Street, sólo queda una alternativa... acabar con esos 'bancos demasiado grandes como para quebrar' para que así nunca más puedan destruir los puestos de trabajo, los hogares y los ahorros de la gente americana...Si una institución financiera es demasiado grande como para quebrar, es demasiado grande como para existir”; también aboga por la desintegración de los bancos más poderosos de Wall Street y por elevar el techo de las cuotas a la Seguridad Social, para disminuir el creciente número de ancianos que viven bajo el umbral de pobreza, situación a la que califica de “regresiva, injusta y absurda”. Ojalá que gane.