Pedro Pierre
“Los problemas son humanos; las soluciones también”. Las dificultades existen para que las superemos: eso es lo que nos hace más humanos, más fraternos y más cristianos. Esto lo debemos aplicar a nuestro país en este momento. Llegó la crisis. No la provocamos nosotros, sino los países hegemónicos. ¿Quiénes controlan los precios de las materias primas? Ellos. ¿Quiénes controlan el dinero? Ellos. ¿Quiénes controlan los tipos de cambio? Siempre ellos.
Aquí en Ecuador, ¿quiénes quieren controlarlo todo en beneficio de ellos? Los mismos ‘hegemónicos’ de siempre. ¿Les interesa que el país vaya mejor? No, porque ellos están bien; pero quieren siempre más. ¿Quiénes critican al Gobierno y desean quedarse con los avances habidos en estos últimos 8 años? Los mismos ‘hegemónicos’, y los que quieren alzarse al nivel de ellos. Si no fuera así, ¿por qué los que se dicen de izquierda, los que dirigen los movimientos populares, sociales, sindicales e indígenas están tan divididos y buscando los primeros puestos? Con razón nos quejamos de un pueblo sin rumbo, sin formación política, desorganizado… pero es porque la mayoría de sus dirigentes no tiene rumbo, sino intereses; se cambian de camisetas y se suben a la ‘camioneta hegemónica’ y luchan por prebendas y puestos de poder.
Esta crisis de dirigencias hace más daño al país que la misma crisis internacional: la aumenta e impide su derrota. ¿Dónde está nítido un proyecto de país que se construya desde sus bases populares? Bien pocos son los militantes populares dedicados a formar gentes conscientes, organizadas y valientes que empiezan a vivir lo que quieren para el país.
Es esta doble crisis que hay que derrotar, pero comenzando por Ecuador y por nuestra manera de vivir. Si queremos un Ecuador más igualitario, es esa equidad que hay que comenzar a vivir en familia. Si queremos un Ecuador participativo, es esa participación que hay que vivir entre vecinos. Si queremos un Ecuador creativo, es esta creatividad que hay que vivir a todos los niveles donde nos desempeñamos. Así nos prepararemos, por una parte, a enfrentar una derecha que quiere volver a hacer de todos los meses su ‘agosto’ descarado. Así nos prepararemos, por otra parte, para enfrentar la guerra económica que nos libran las grandes multinacionales y las potencias hegemónicas. El cambio que nos exige la actual crisis es la organización, la fraternidad, la solidaridad, porque si todos padecemos la crisis, todos tenemos que poner el hombro para superarla. “Felices los pobres -decía Jesús- porque de ustedes es el Reino de Dios”. Jesús habla a “los pobres”, no al pobre individualista, egoísta o con corazón de rico, sino a los pobres como clase oprimida y olvidada, que es capaz de construir el Reino, es decir, un mundo diferente: fraterno, justo, solidario. Jesús felicita a los pobres que han comenzado a ser el Ecuador que soñamos, cueste lo que cueste. Mientras seguimos dormidos, desesperados, pasivos y egoístas, la crisis tendrá larga vida, muy larga vida.
