MONS. GONZALO LOPEZ M.

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jueves, 2 de enero de 2014

Frente al consumismo que continúa hasta la fiesta de los Magos

 
BRASIL DE FATO ENTREVISTA A FREI BETTO
 
“El Mercado trata de oscurecer a Jesús e imponer a Papá Noel en la Navidad”
Por Guilherme Almeida (23 Diciembre de 2013 )
 
Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, vive en el convento de la Orden Dominicana, en Perdizes, SP. Autor de 53 libros, ganó el Premio Jabuti por las obras “Bautismo de sangre” y “Típicos Tipos. Perfiles literarios”.
 
Partidario de la Teología de la Liberación, es un gran defensor de los derechos humanos en el Brasil y una de las más fuertes voces en favor de los movimientos populares. Fue asesor especial del presidente de la República Luiz Inácio Lula da Silva entre 2003 y 2004, y coordinó el programa Hambre Cero. Desde que profesó en la Orden Dominicana, en 1966, acompaña los cambios en la Iglesia Católica.
 
En entrevista concedida al Brasil de Fato SP, Betto elogia al papa Francisco, analiza los cambios en el Vaticano y la crisis de la Iglesia Católica en el Brasil, mostrando preocupación con el proceso de “confesionalización de la política”.
 
¿Cuál es su evaluación del papa Francisco?
 
Fue una gran novedad la elección de [Jorge Mario] Bergoglio. Es un latinoamericano y tiene mucha sensibilidad por la cuestión social. Realmente, sus primeros pasos son positivos. Comenzó una reforma de la Iglesia desde arriba hacia abajo, lo que está en consonancia con la estructura piramidal de la Iglesia Católica. Fue un hecho prácticamente inédito la renuncia de Benedicto XVI, que además dejó el cargo exponiendo claras las razones. Dijo que había un esquema de corrupción en la Iglesia, que necesitaba ser combatido pero que él no tenía las fuerzas para ello.
 
¿Qué cambió con el nuevo papa?
 
Éste abandonó una serie de símbolos que eran propios de la nobleza, como la capa, los zapatos rojos y la cruz de oro. Abandonó algunos títulos derivados mucho más del Imperio Romano que de la tradición cristiana, como Sumo Pontífice. También resulta interesante el hecho de que prefiera vivir en la Casa de Santa Marta, que es una casa de huéspedes, con un comedor usado por el personal que trabaja en el Vaticano, dejando la residencia pontificia.
 
¿Ha habido cambios en la estructura de la Iglesia?
 
Ha creado una comisión de ocho cardenales de los cinco continentes para estudiar la reforma de la curia, pero sólo sabremos el resultado a finales de enero. También ha dado señales de querer reformar e incluso suprimir el Banco del Vaticano, que oficialmente tiene el nombre de Instituto para las Obras Religiosas. Los fundamentalistas de derecha dentro de la Iglesia comienzan a estar preocupados.
 
¿A dónde apuntan esas modificaciones?
 
Cambian el debate dentro de la Iglesia desde lo personal hacia lo social. Se trazan pistas para una nueva teología, principalmente en lo que se refiere a la moral sexual, que es un tema congelado dentro de la Iglesia desde el siglo 16. También se acentúan la cuestión de la opción por los pobres y la denuncia de la desigualdad social.
 
¿Cuál es el principal desafío a la Iglesia ahora?
 
El desafío principal está en la cuestión de los ministerios, de la ordenación de mujeres y en la moral sexual. La cuestión financiera también es importante, porque hay corrupción, pero no es prioritaria. Lo más urgente es que la Iglesia se abra a la posmodernidad. Por tanto, implicaría revisar cuestiones como el celibato, la ordenación de mujeres, el patriarcalismo, el regreso al ministerio sacerdotal de los sacerdotes casados. Cuando el papa dice que la Iglesia necesita una Teología de la Mujer está abriendo la puerta a una reflexión. Estamos más cerca de esa apertura que con los pontificados anteriores. Pasamos prácticamente 35 años de pontificados conservadores. Ahora existe mucha esperanza de mejorar.
 
Usted habla de diferentes teologías dentro de la misma religión. ¿Qué quiere decir?
 
Todo depende de la Teología que asuman los agentes pastorales, los que animan las comunidades. Si es una teología fundamentalista, reaccionaria, o si es una teología de la liberación, que nos trata a todos los cristianos como discípulos de un prisionero político. Jesús no murió de hepatitis en la cama ni en un accidente de camello en cualquier esquina de Jerusalén.
 
La muerte de Jesús tiene un significado...
 
Jesús fue apresado y torturado, juzgado con dos presos políticos y condenado a la pena de muerte de los romanos. ¿Qué fe tienen los cristianos de hoy que no cuestionan el desorden establecido? La fe de Jesús lo llevó a ser considerado subversivo, por tanto una amenaza para el desorden establecido. Entonces fue eliminado. No es cuestión de politizar la historia sino de retomar el pasado como realmente fue.
 
¿Es la Navidad un ejemplo de la historia religiosa que cambió de sentido?
 
¿Qué es la Navidad? Una pareja de Nazaret, María y José, que va a Belén. Allí, a donde acudieron para cumplir con el censo del Imperio Romano, son rechazados. Hay varias hipótesis sobre el motivo de haber sido rechazados. La mía es que fueron rechazados porque María estaba embarazada y ellos no estaban oficialmente casados. Entonces ellos literalmente ocuparon un lugar privado. Yo suelo bromear diciendo que, al día siguiente, el “Diario de Belén” debería poner este titular: Una familia sin tierra ocupa una propiedad rural. Jesús nació en un corral, lo cual es muy simbólico. En la época de Jesús, quien trataba con animales, como el carnicero, era socialmente rechazado. Aparece claramente en la Biblia, pero mucha gente no tiene ojos para ver.
 
Incluso con ese telón de fondo, ¿por qué la Navidad se transformó en un feriado de intercambio de regalos?
 
La fecha tiene un sentido religioso muy fuerte y es muy seductora desde el punto de vista de su simbolismo. El mercado intenta oscurecer cada vez más la dimensión religiosa de Jesús de Nazaret e imponer a Papá Noel, que tenía originalmente el color verde. La Coca-Cola impuso el color rojo. Eso es histórico. Se dio una papanoelización que transformó la Navidad en una fiesta de consumo.
 
¿Qué propone usted para retomar el sentido original?
 
Les he dicho a muchas parejas que tienen sensibilidad religiosa e hijos pequeños que tengan mucho cuidado. Tenemos que rescatar la espiritualidad y el sentido religioso de la fiesta; de otro modo vamos a entrar en el gran paradigma de la posmodernidad, que puede ser el mercado y no la solidaridad. La religión fue un paradigma universal. La razón ha sido el paradigma moderno.
 
¿Entonces?
 
El mercado quiere imponerse en la posmodernidad. Es la mercantilización de todas las dimensiones de la vida. Eso ya lo lograron en las dos grandes fiestas cristianas, que son Navidad y Semana Santa. Esta última dividida en miniferiados. Pocos recuerdan que se trata de la celebración de la muerte y resurrección de Jesús.
 
El Brasil pasó, y pasa aún, por un proceso de diversificación de las religiones. En números absolutos son más los que se declaran de otras religiones distintas de la católica. ¿Qué piensa usted de ello?
 
Para mí no es ni positivo ni negativo. Como católico, hago autocrítica y veo que la Iglesia Católica va perdiendo terreno por su incapacidad para adaptarse a los tiempos actuales. Me gustaría que ese mensaje, desde el punto de vista cristiano de la Teología de la Liberación, tuviera mucha mayor incidencia en la sociedad.
 
¿Por qué?
 
Cuando la Teología de la Liberación y las comunidades eclesiales de base eran bienvenidas en la Iglesia Católica había un número mayor de católicos. Con la represión y la marginación se dio una colonización de los movimientos carismáticos y espiritualistas. Ahí comenzó un vaciamiento de la Iglesia. Habría pues que preguntarse: ¿es ése el camino, dado que la Iglesia se está vaciando?
 
La consecuencia es la multiplicación de nuevas religiones…
 
Tenemos un pluralismo religioso que cuestiona profundamente a la Iglesia Católica. Lo cual es muy positivo. No se trata de competir con las iglesias evangélicas, que forman un pastor en ocho meses. En la Iglesia Católica se necesitan ocho años: cuatro de filosofía, cuatro de teología, y además la heroica virtud del celibato. No se puede competir. En mi opinión, no se trata de una competencia ni de discusión. La Iglesia Católica está siendo cuestionada y llevada a revisar sus métodos de evangelización, su perfil como institución y el trabajo de sus ministros. Todo debiera ser revisado profundamente.
 
¿Cree usted que existe el clima para una revisión de esa magnitud dentro de la institución?
 
Con el papa Francisco sí. Él está abierto a esa revisión profunda, con lo que he dicho antes. Soy muy optimista. Hasta ahora las cosas en la Iglesia son lentas y la institución tiene una estructura muy pesada. No tengo esperanza de que eso cambie rápidamente. Pero sí se puede desencadenar un proceso nuevo de renovación de la Iglesia.
 
¿Cómo ve usted la representación política de grupos religiosos en la política? ¿Considera nocivo para la democracia el que una figura religiosa dispute un espacio político?
 
No, la figura religiosa puede participar sin irrespetar el pluralismo religioso ni querer transformar su concepción religiosa en ley universal a sangre y fuego. Que fue lo que sucedió con el diputado electo para la Comisión de Derechos Humanos y las Minorías de la Cámara de Diputados (referencia al pastor Marcos Feliciano, de la iglesia Asamblea de Dios) en la cuestión de la homosexualidad.
 
¿Cuál fue el impacto de esa conducta?
 
La política es un espacio laico. Por tanto, cuando se confesionaliza la política se niega la laicidad de ese espacio. Es evidente que los evangélicos fundamentalistas desearían imponer su doctrina, principalmente su doctrina moral, al conjunto de la población. Pero para ello sólo hay un camino: la persuasión, a través de la predicación y la conversión. Temo que estemos asistiendo silenciosamente al ascenso de un proyecto de confesionalización de la política. Sería un paso atrás con relación a la modernidad y a las conquistas de la autonomía del Estado, del espacio político y de la laicidad.
 
Traducción de JL Huerta