Pedro Pierre
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Es el informe que acaba de publicar Oxfam, una organización internacional que busca soluciones contra la pobreza y la injusticia. “Las 85 personas más ricas del mundo tienen tanto dinero como 3.500 millones de los más pobres del planeta, la mitad de la población de la Tierra”. Este informe confirma lo que denunciaban hace un año los ‘Indignados’ españoles: “Los banqueros y las multinacionales y sus accionistas son el 1% y nosotros el 99%”.
El documento de Oxfam se concentra en la dimensión de la desigualdad económica global causada por la creciente riqueza de los más ricos que plantea la amenaza al progreso humano.
Pero, ¿tenemos todavía la capacidad de indignarnos y rebelarnos?
Cuánta indiferencia y, por lo mismo, cuánta complicidad nuestra y de nuestro alrededor. Por todo esto unido hemos llegado a esta desgracia.
Ojalá el papa Francisco logre despertar en algo a los católicos por una parte para que nos demos cuenta de este ‘pecado mortal’ que es el sistema neoliberal, porque mata de verdad. Los gestos, las intervenciones y la exhortación dirigida a los propios católicos son suficientemente claros y contundentes para reorientar la misión de todos los bautizados hacia la conversión personal y las transformaciones sociales.
El mismo papa Francisco acaba de mandar una carta a los participantes del Club Mundial de los más ricos en Davos, Suiza. Denuncia que “los objetivos logrados -aunque hayan reducido la pobreza de un gran número de personas- a menudo han llevado aparejada una amplia exclusión social… Es intolerable que todavía miles de personas mueran cada día de hambre, a pesar de las grandes cantidades de alimentos disponibles…”.
Invita a los participantes a reflexionar sobre “las causas de la crisis económica que sacude al mundo…”. El Papa aboga por la promoción de un enfoque inclusivo que tenga en cuenta la dignidad de toda persona humana y el bien común. Insiste en la necesidad de “decisiones, mecanismos y procesos encaminados a una mejor distribución de la riqueza, la creación de fuentes de empleo y la promoción integral del pobre, que va más allá de una simple mentalidad de asistencia”.
Estos acentos papales nos recuerdan lo que escribía el apóstol Santiago a su comunidad de Jerusalén: “Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias… Han conocido solo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. Condenaron y mataron al inocente”.