La teología de la liberación es el gran aporte de la Iglesia de los Pobres de América Latina. Esta nació de la Comunidades Eclesiales de Base en los años 60. Pronto aparecieron las teologías negra, india y femenina de la liberación; luego las teologías asiáticas y africanas de la liberación. La teología de la liberación no es exclusiva de las iglesias cristianas: también existe en la religión musulmana. Ella tiene sus teólogos islamistas de la liberación. Uno de los más relevantes, Asghar Ali Engineer, acaba de morir en la India a la edad de 84 años.
Recordemos que el islam o religión musulmana fue fundada a principio del siglo 6 por el profeta Mahoma en Arabia Saudita. Está presente principalmente en Asia, pero también en países de África y de Europa (Turquía). Cuenta con 1.200 millones de fieles. Desde algunos años, los países árabes del Medio Oriente y África del Norte, mayoritariamente musulmanes, han emprendido su revolución política y económica para avanzar hacia más democracia, participación de la mujer, equidad en la repartición de la riqueza y separación entre el Estado y la religión. Las guerras por las que están pasando unos países esconden intereses económicos y hegemónicos de Estados Unidos y Europa. Recordemos que son los descendientes de las primeras civilizaciones humanas y sabrán abrir caminos acertados para un bien vivir armonioso.
Están ayudados por su religión que ha tenido y tienen grandes científicos y místicos de dimensión internacional. En cuanto a la teología islámica de la liberación, el islam tiene una ética liberadora: es la única de las grandes religiones que tiene la palabra “paz” en su nombre. Su libro sagrado, el Corán, condena la usura y la acumulación de bienes y orienta hacia una economía al servicio de la vida. Cuestiona la organización patriarcal e invita a la solidaridad con los más necesitados.
Uno de sus grandes místicos, lbn Arabi (1165-1241), nos deja este mensaje: “Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora, mi corazón se ha convertido en el receptáculo de todas las formas religiosas, es pradera de las gacelas y claustro de monjes cristianos, templo de ídolos y Kaabah de peregrinos, tablas de la ley y pliegos del Corán, porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe”.
En este mes del ayuno musulmán, los que vivimos en Quito bien podemos hacer una visita a la mezquita musulmana de la capital.