(Is 66,10-14) "Yo haré derivar hacia ella como un río, la paz.
(Gal 6,14-18) "La paz y la misericordia de Dios vengan sobre
todos..."
(Lc 10,1-12; 17-20) Envió otros 72. No llevéis talego... Decid: “Paz a
esta casa”.
Lucas es el único evangelista que narra la misión de los 72, (de los
70 como dicen algunos códices). También relata antes, la de los doce.
Seguramente ha querido acentuar el carácter universal de la predicación de la
nueva comunidad. Doce era el número de las tribus de Israel. Setenta era el
número de las naciones gentiles, según el Génesis. Si estamos en Samaría, cabe
pensar que la mayoría de esos setenta eran samaritanos. Para los demás
evangelistas, el límite de la gentilidad estaba en la frontera de Galilea, para
Lc se encuentra en la
misma Samaria , porque estaban apartados de la religión
oficial judía.
El domingo pasado se hablaba del fracaso de los discípulos en su
intento de preparar el camino a Jesús en su subida a Jerusalén. Probablemente,
Lc quiere poner este envío de “otros setenta y dos” para dejar un buen sabor de
boca. Estos vuelven “muy contentos” de sus correrías y tienen mejor acogida que
los discípulos. “De dos en dos”, porque para los judíos la opinión de uno solo
no tenía ningún valor en un juicio, y los misioneros son, sobre todo, testigos.
También, porque el mensaje debe ser proclamado siempre por la comunidad.
No penséis que se trata de enviar a un número de especialistas en
comunicación. No se trata de recomendaciones a unos cuantos escogidos. El
evangelio dice simplemente: “envió a otros setenta y dos”. Ni siquiera dice que
fueran discípulos. Se da por supuesto que todo cristiano por el hecho de serlo,
tiene la misión de proclamar la buena noticia que él vive. El modo de esa predicación
puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la
vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos, es la mejor predicación y
la que convence. En cada instante estamos predicando, para bien o para mal.
No es fácil delimitar lo estrictamente histórico de este relato.
Además de que solo Lc lo narra, exigiría un grado de organización que no se
percibe en el grupo de los que han seguido a Jesús. El simbolismo del número 12
y 70 nos invita a pensar que son relatos elaborados más tarde. Por otra parte,
para predicar El Reino, se necesita haberlo comprendido y experimentado. Los evangelios
se encargan de manifestar que antes de la experiencia pascual ni los doce se
habían enterado de nada.
Las recomendaciones de Jesús son la clave de todo anuncio del mensaje
cristiano. Están puestas en boca de Jesús, pero son las condiciones mínimas que
debía tener todo cristiano para llevar la Buena Noticia a los
demás. En ningún caso se habla de doctrina que tienen que enseñar o de normas
morales que deben exigir. Se trata de comunicar lo que Dios es para todos sin
condiciones ni excepciones. Esa tarea la cumplió la primera comunidad en todas
partes donde se fue implantando. Es la principal tarea que tiene que seguir
llevando a cabo todo cristiano en cualquier tiempo y lugar.
1.- Itinerancia. “Poneos en camino”. Es la clase de vida que
eligió Jesús cuando se decidió a proclamar su buena noticia. El domingo pasado
nos decía que no tenía donde reclinar la cabeza. Este desapego
de toda clase de seguridades es la actitud básica y fundamental que debe adoptar
todo enviado. El anuncio no se puede hacer sentados. Seguir a Jesús exige una
dinámica continuada. Nada se puede comunicar desde una cómoda instalación
personal. La disponibilidad y la movilidad son exigencias básicas.
2.- Dificultad. “Os mando como ovejas en medio de lobos”. Cuando
se escribieron los evangelios, las primeras comunidades cristianas estaban
viviendo la oposición, tanto del mundo judío como del pagano. Denunciar la
opresión o poder despótico, no puede agradar a los que viven desde esa
perspectiva, y sacan provecho de ella a costa de los demás. Por desgracia,
cuando el cristianismo adquirió poder, se comportó como lobo en medio de
corderos; eso sí, con piel de oveja. Desde el poder es imposible adivinar lo
que sería bueno para el otro. El provecho personal o el de la institución, no
es buena noticia para nadie.
3.- Pobreza. “Ni talega ni alforja ni sandalias”. Es
imprescindible la pobreza material, pero solo como signo de la superación de
seguridades. Significa, no confiar en los medios externos para llevar a cabo la misión. El peligro está
en hacer de la predicación del evangelio un logro humano. Se trata de confiar solo
en Dios y el mensaje. No buscar seguridades de ningún tipo, ni en el dinero ni
en el poder ni en el prestigio ni en los medios, incluidos los de comunicación.
Hoy tenemos la obligación de utilizar al máximo los medios de comunicación que
la técnica nos proporciona, pero no debemos poner nuestra confianza en ellos.
4.- Urgencia. “No os detengáis a saludar a nadie por el
camino”. No se trata de negar el saludo a los que se encuentren en el camino.
“Saludar” tenía Para ellos, un significado muy distinto al que tiene para
nosotros. El saludo llevaba consigo un largo ceremonial que podía durar horas o
días. Esta recomendación quiere destacar la urgencia de la tarea a realizar.
Seguramente está haciendo referencia a la inmediata llegada del fin de los
tiempos, en que las primeras comunidades cristianas creyeron a pies juntillas.
5.- Paz. “Decid primero: ¡Paz! Para entender esta recomendación
hay que tener en cuenta el sentido de la “paz” para los judíos de aquel tiempo.
No significaba solo ausencia de problemas y conflictos, sino la abundancia de
medios para que un ser humano pudiera conseguir su plenitud humana. Llevar la
paz es proporcionar esos medios que hacen al hombre sentirse a gusto e invitado
a humanizar su entorno. Significa no ser causa de tensiones ni externas ni
internas. Sería ayudar a los hombres a ser más humanos. El cristiano, vaya
donde vaya, tiene que llevar armonía, comprensión, amor, paz.
6.- Humildad. “Comed y bebed de lo que tengan”. Esta es una de
las actitudes más difíciles. Ponerse al nivel del otro. Aceptar sus costumbres,
su cultura, su idiosincrasia... Se trata de buscar solo el estar disponible
para todos, sin esperar nada a cambio, pero aceptando con humildad lo que den;
siempre que sea lo indispensable, comida y alojamiento, etc. ¡Qué difícil es no
imponer lo nuestro! Muchos intentos de evangelización han fracasado por no
tener esto en cuenta. Más difícil todavía es aceptar la dependencia de los
demás en las necesidades básicas, no poder elegir ni lo que comes ni con quien
comes.
7.- Curad. “Curad a los enfermos”. No se refiere solo a las
enfermedades físicas. Todo aquello que impide al ser humano ser él mismo es enfermedad.
De hecho los 70 solo hacen alusión a que los demonios se les sometían. Seguimos
dando demasiada importancia a la salud corporal, sin enterarnos de que con una
grave enfermedad, puede un ser humano alcanzar su plenitud. Curar significa
alejar de un ser humano todo aquello que le impide ser él. Hoy las enfermedades
físicas están cubiertas por la medicina. Pero ¿qué pasa con las enfermedades
síquicas y mentales, que arruinan la existencia de tantas personas?
8.- Buena noticia (evangelio). “El reino, que es Dios, está cerca”. Nada de peroratas
teológicas, nada de discursitos apologéticos, nada de propagandas ideológicas,
nada de doctrinas ni rituales ni normas morales... Lo único que un ser humano
debe saber es que Dios le ama. Predicar
el reino que es Dios, es hacer ver a cada ser humano que Dios es algo cercano,
que está tan cerca, que es lo más hondo de su propio ser, que no tiene que ir a
buscarlo a ningún sitio raro, ni al templo ni a las religiones ni a las
doctrinas ni a los ritos ni al cumplimiento de la norma. Dios es (está)
en ti. Descúbrelo y lo tendrás todo...
Sin estas condiciones, la predicación se hace inútil. No es nada fácil
salir de la dinámica de la propaganda, del proselitismo a toda costa, buscando
más el potenciar la institución que el servicio de las personas. El que va a
proclamar el Reino de Dios, tiene que manifestar que pertenece a ese Reino.
Tiene que responder a las necesidades del otro. Tiene que estar dispuesto al
servicio en todo momento. No debe exigir absolutamente nada, ni siquiera la adhesión. Tiene
que limitarse a hacer una oferta.
Resumen: Solo
viviendo el Reino de Dios, podremos comunicarlo. Ni sofisticadas
programaciones, ni alambicadas estrategias podrán suplir la falta de vivencia.
El Reino es Vida que solo puede surgir de la Vida.
Meditación-contemplación
Haz una reflexión sincera, trata de descubrir la verdad:
¿Cuál es tu preocupación primera?
¿Es la comida, el vestido, la
salud, la casa, el prestigio?
¿Tus esfuerzos están encaminados a buscar seguridades?
O ¿tu preocupación primera es vivir el Reino?
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Procura, al mismo tiempo no caer en demagogia barata.
De esas necesidades básicas tienes obligación de ocuparte.
Dios quiera que alcances el mayor bienestar posible, para ti y para
los demás.
Siempre que la prioridad sea el desplegar tu humanidad.
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No te dejes llevar por lo que te pide el cuerpo.
No te olvides que eres también y sobre todo, espíritu.
Escucha también tu ser profundo;
lo que él te pida te llevará hacia tu plenitud y felicidad.
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