La vieja Europa se desmorona demostrando lo que es: una vil sucursal de los EE.UU. y, en lenguaje popular, su patio trasero. La vergonzosa detención, contra todas las leyes vigentes internacionales, lo demuestra. Los gobiernos de Francia, España, Italia y Portugal siguen con su espíritu colonialista. Llueven los calificativos para definirlos: delincuentes, terroristas, sinvergüenzas, grosería, agresión, atropello, secuestro, humillación… Es la primera vez en la historia moderna que se detiene en vuelo autorizado a un presidente constitucional por unas suposiciones que, después de 13 horas de espera, se revelaron infundadas. Quieren tapar las sinvergüencerías de los servicios norteamericanos desvelados por las denuncias de sus escuchas por el mundo entero.
Felizmente América Latina ha levantado cabeza porque la mayoría de sus gobiernos marcha hacia una integración cada vez mayor. Sus pueblos han emprendido un camino de dignidad y autonomía como nunca antes. En Brasil, las manifestaciones recuerdan a sus autoridades que no hay que detenerse ni limitarse a cifras económicas, sino que se tiene que avanzar hacia una mejor repartición de la riqueza y no descuidar las áreas sociales. Estas son las revoluciones no violentas que necesitamos primero para nosotros y luego a nivel internacional.
El problema es la ausencia de una autoridad mundial que haga respetar, por una parte, los derechos humanos proclamados por esos mismos países que no los aplican y, por otra, los acuerdos internacionales firmados por la mayoría de los países del planeta. En el caso del secuestro del presidente Evo Morales, se violó la Convención de Viena, firmada en 1961 para armonizar las relaciones internacionales: esta proclama que son inviolables los territorios de embajadas y consulados, sus bienes y los medios de transporte de los sus presidentes y personal autorizado. Ahora estamos claros sobre el imperialismo vigente de las grandes potencias mundiales.
En su tiempo, ya nos avisaba Jesús: “Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores. Pero no será así entre ustedes”.
Los atropellos personales y colectivos nos exigen más dignidad, más madurez y más creatividad para hacer respetar nuestros derechos y nuestra autonomía. ¡Todos somos Bolivia agredida! Todos somos responsables de aportar nuestro granito de arena a la construcción de la Patria grande, hermanada y soberana.