HOMENAJE A
NUESTROS SANTOS INÉS Y ALEJANDRO
Un año más recordamos la muerte y
resurrección de nuestros hermanos Inés Arango y Alejandro Labaka, que dieron su vida por la vida de los pueblos ocultos.
Aunque oficialmente la Iglesia aún no ha reconocido su sacrificio martirial,
para nosotros son santos, porque “no hay
mayor amor que dar la vida por los hermanos”.
Hemos visto en ciertos sectores oficiales de
la jerarquía una cierta tendencia a quererlos hacer santos de hornacina y
velas, de piedad y veneración edulcorada; es una forma de quitarles lo que tuvieron
sus vidas y sus muertes de testimonio y misión profética; no hay duda que
algunos siempre intentarán “domesticar” a los muertos, quitándoles su fuerza de
denuncia, inconformismo y su entrega hasta el final, sin medir las
consecuencias.
Nada más alejado de la realidad, no hay duda
que Alejandro e Inés sonreirán con una
parte de indulgencia, no exenta de cierta ironía e indignación ante dichos
intentos. Son santos, sí, pero no de altares y de retablos, sino caminantes de
la selva, santos de botas de caucho y lodo más que de coronas, santos de canoa y
ranchera, de caminar con el pueblo, santos alanceados (crucificados como
Cristo), no son santos, como algunos otros, que vivieran rodeados de aclamaciones multitudinarias o de la gloria de
este mundo. Es por ello que los sentimos más nuestros, más cercanos, más imagen
de lo que quería el “Pobrecito de Asís” que
fueran sus hijos e hijas.
Queremos recordar hoy una frase de Alejandro
antes de partir a su último viaje que supuso su encuentro con el Padre, dijo: “Si no vamos nosotros, los matan a ellos”.
Sabía de lo que hablaba y tenía claro que la vida de los Waorani, de los
Tagaeri y Taromenane corría serio peligro por la irrupción de las compañías
petroleras, de madereras y de tantas personas para quienes sus intereses están
por encima de cualquier cosa, incluso de la vida humana.
Por eso, ahora que recordamos una vez más nos
unimos a la marcha que hoy llega a Coca y quiere recordar a los auténticos Inés
y Alejandro y, si queremos realmente hacerles un homenaje, debe ser siguiendo
su lucha, comprometiéndonos a asegurar
un futuro de vida para los pueblos ocultos, Tagaeri/Taromenane, junto con sus
hermanos Waorani. Hoy día su supervivencia está tan amenazada o más que en los
días en los que Alejandro e Inés ofrendaron su vida por ellos.
Ahora el tema de los pueblos ocultos ya no
pasa desapercibido, se destinan recursos, medios y planes para prevenir las
masacres contra los Taromenane y, sin embargo, las muertes se siguen
produciendo. Si hay ideas, planes, proyectos, instituciones o personas que se
quieren hacer dueños de los Wao o de los pueblos ocultos, si hay todo eso… ¿Qué
es lo que falta? ¿Por qué no se logra asegurar una vida en paz en su
aislamiento para los pueblos ocultos?
Lo que falta es el espíritu, el alma que es
el AMOR (con mayúsculas) que pusieron
Alejandro e Inés hasta dar su vida, queremos ser expertos, pero nos falta la
entrega y el sacrificio que ellos pusieron como ejemplo. Recojamos sus botas,
su espíritu y sus ideas, para asegurar la vida vida de los pueblos ocultos y
que este sea nuestro mejor homenaje para Inés y Alejandro.