El 24 de octubre de 2010 el Nuncio del Vaticano en el
Ecuador entregaba una carta a Mons. Gonzalo López de parte del Presidente de la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Cardenal Iván Díaz, en la
que le indicaba que la “la visión
pastoral llevada adelante por Usted no siempre era conforme con la exigencia
pastoral de la Iglesia como tal. Por tal motivo, el nuevo Administrador
Apostólico tendrá que organizar el Vicariato e implantar de manera diferente
todo el trabajo pastoral”.
Y en otra comunicación indicaba que la dirección de la
Misión pasaba a la Asociación clerical de Derecho pontificio “Virgo Flos
Carmeli”, del movimiento Heraldos del Evangelio, surgido del grupo Tradición
Familia y Propiedad, nacido en el Brasil como un grupo para defender los
intereses de los grandes fazendeiros que se oponían a la Reforma Agraria que el
Gobierno pretendía implantar. Y que habían colaborado directamente con las
dictaduras militares del Cono Sur en la lucha contra los grupos que defendían
los intereses de los más pobres.
Algunos colaboradores de diversas ONGs de DD.HH. nos
advirtieron de la posible participación
de los Estados Unidos en dicha decisión. En la zona hay muchos intereses
de parte de multinacionales estadounidenses: petróleo, minería, agua; es zona fronteriza con
Colombia. Las multinacionales prefieren tener en la zona iglesias aliadas,
antes que críticas frente a las políticas extractivistas y destructoras del
medio ambiente. Justamente en la zona se está llevando adelante un juicio
contra la compañía petrolera norteamericana Chevron/Texaco, por el daño causado
a la ecología de la provincia durante sus años de actividad petrolera. Y
justamente frente a ese litigio la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos ha
mantenido una actitud de denuncia de la contaminación y de solidaridad con los
afectados por la contaminación.
Al investigar este hecho en los famosos Wikileaks, hemos
encontrado este artículo de Daniel Kovalik, que nos ayuda a entender mejor las
razones por las que el Vaticano (Mons. Iván Díaz) manifestaba que la “la visión pastoral llevada adelante por
Usted no siempre era conforme con la exigencia pastoral de la Iglesia como tal”
(nos preguntamos: esa exigencia pastoral de la iglesia proviene del
Evangelio de Jesús o de los intereses de las multinacionales norteamericanas?).
Y ahí mismo se aclara porqué era necesario “organizar
el Vicariato e implantar de manera diferente todo el trabajo pastoral”. ISAMIS,
la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos representa uno de los últimos espacios
donde la Teología de la Liberación, Las Comunidades Eclesiales de Base, los
Pobres, los Ministerios laicales, las mujeres
Era, pues, necesario destruir todo rastro de Teología de la
Liberación y de las Comunidades Eclesiales de Base. Y para ello nada mejor que
poner el Vicariato en manos de los movimientos ultraconservadores (Heraldos del
Evangelio, Opus Dei, Comunión y Liberación, Renovación Carismática…).
EE.UU. sigue combatiendo
la “amenaza” de la Teología de la Liberación
(Revelaciones de Wikileaks)
Traducido del inglés para Rebelión por
Germán Leyens
|
El 15 de septiembre de 2011,
escribí al Reverendo Monseñor Kuriakose Bharanikulangara, Primer Consejero de
la Misión Permanente Observadora de la Santa Sede en las Naciones Unidas. En
esa carta, instigada por el asesinato del septuagésimo noveno sacerdote en
Colombia desde 1984, expresé mi preocupación por los continuos asesinatos de
sacerdotes católicos y de otros religiosos en el país. Hice valer mi opinión
“de que este ataque contra la Iglesia en Colombia es una política estatal,
tanto de Colombia como de EE.UU., que apoya a los militares con miles de
millones de dólares de ayuda y que considera que los movimientos organizados
por la justicia social en Latinoamérica constituyen un amenaza para su
dominación económica de la región. No soy el único que sostiene esta opinión ya
que otros sacerdotes en Colombia, notablemente el Padre Javier Giraldo, S.J.,
han expresado este punto de vista durante muchos años”.
Envié una copia de dicha carta
al Padre Giraldo y me respondió con una breve nota en la que simplemente me
agradeció la carta y declaró: “Su interpretación de lo que pienso es
correcta”. En cuanto a la Santa Sede, nunca respondió a mi carta,
presumiblemente porque no comparte mi preocupación por esos sacerdotes.
Otra persona que ha hablado y ha
escrito de este tema es Noam Chomsky, amigo y partidario del Padre Giraldo. En
respuesta a mi último artículo sobre el continuo ataque a la Iglesia en
Colombia, el profesor Chomsky me escribió: “Pocos son conscientes de la guerra
que EE.UU. libró contra la Iglesia después de la herejía del Vaticano II,
buscando devolver la Iglesia a los Evangelios por primera vez desde el
Emperador Constantino. Probablemente sabe que escribo sobre este asunto desde
hace mucho tiempo. Para oídos sordos, sobre todo”. ¡Qué pena! Fue un vídeo de
una conferencia de Chomsky en 2009 lo que realmente me despertó a la realidad
de esa guerra y su verdadera naturaleza.
De esa manera, en diciembre de
2009, el profesor Noam Chomsky pronunció un fascinante discurso en la
Universidad Columbia que resumía sucesos conocidos por pocas personas en el
mundo desarrollado: En 1962 el Papa Juan XXIII, a través del Concilio Vaticano
II, intentó reclamar las tempranas raíces de la Iglesia; la Iglesia de los
primeros 300 años cuando fue la “Iglesia perseguida”, la Iglesia de los
mártires. La naturaleza de la Iglesia había cambiado con la declaración en 324
d.C. de que la Iglesia Católica sería la Iglesia oficial del Imperio Romano,
convirtiéndola en la “Iglesia perseguidora”, con las Cruzadas, la Inquisición española
y la complicidad con el nazismo entre los numerosos crímenes que resultaron de
esto.
Con el Concilio Vaticano II de
1962, la Iglesia en todo el mundo comenzó a revalorizarse. En Latinoamérica,
esto tomó la forma de la “Teología de la Liberación”, una filosofía que
propugnó un “tratamiento preferencial para los pobres” y que llamó al apoyo
activo para los movimientos de justicia social por cuenta de los trabajadores,
los campesinos sin tierras y los pueblos indígenas y la oposición activa a los
regímenes militares y a la dominación corporativa.
Esta filosofía, que combinó el
cristianismo con el marxismo, se formuló por primera vez en una reunión de
teólogos latinoamericano encabezada por Gustavo Gutiérrez, en Río de Janeiro,
Brasil, en 1964. Brasil se convirtió en la zona cero del nuevo movimiento y las
“comunidades de base” cristianas dedicadas a la Teología de la Liberación
comenzaron a aparecer en ese país y a extenderse por toda Latinoamérica y se
celebraron reuniones teológicas para desarrollar la Teología de la Liberación
en La Habana, Cuba; Bogotá, Colombia y Cuernavaca, México, en junio y julio de
1965.
Como explica Noam Chomsky,
EE.UU., no satisfecho con cruzarse de brazos y contemplar cómo arraigaba una
teología abiertamente marxista en Latinoamérica –una teología que amenazaba la
dominación económica y militar estadounidense en la región– actuó rápidamente
para eliminar mediante la violencia ese movimiento emergente. Por su parte el
Vaticano, después de la muerte de Juan XXIII, también actuó para eliminarla
mediante la censura, la remoción e incluso la exclusión de sacerdotes y obispos
de la Liberación.
El primer golpe contra la
Teología de la Liberación por parte de EE.UU., relata Chomsky, tuvo lugar en su
cuna, Brasil. Por lo tanto, en 1964, EE.UU. patrocinó el derrocamiento del
presidente democráticamente elegido de Brasil, Joao Goulart, estableciendo una
dictadura militar que gobernó hasta 1985 y que, gracias a la continua ayuda
militar de EE.UU., atacó violentamente a los sacerdotes de la Liberación,
comunidades religiosas y de base, removiendo así el nuevo movimiento radical
teológico en sus raíces.
EE.UU. siguió realizando
operaciones militares activas para eliminar la Teología de la Liberación,
dejando una terrible estela de cadáveres de sacerdotes, hermanos y hermanas, e
incluso el del Arzobispo de San Salvador, Óscar Romero. Teniendo en cuenta todo
lo dicho, más de 100 religiosos fueron asesinados en Latinoamérica entre 1964 y
1985, y el derramamiento de sangre no había terminado.
Como subraya Chomsky, incluso
después de la caída del Muro de Berlín en 1989, que marcó el final oficial de
la Guerra Fría, EE.UU. prosiguió su ataque a la Iglesia de la Teología de la
Liberación. El caso más tristemente célebre fue su apoyo al asesinato por los militares
de 6 sacerdotes jesuitas, junto con su ama de llaves y su hijo, en noviembre de
1989. Como sabemos gracias al informe de la Comisión de la Verdad de las
Naciones Unidas de 1993, los autores intelectuales del asesinato de esos
jesuitas fueron el coronel Inocente Orlando Montano Morales y el coronel René
Emilio Ponce, ambos graduados de la Escuela de las Américas (SOA) de EE.UU., en
Fort Benning, Georgia. Y esto corresponde a la norma, porque como señala Jack
Nelson-Pallmeyer en su libro, School for Assassins (Orbis Books, 1999),
en un 75% de los ejercicios de entrenamiento en la SOA, el sacerdote u otro
personaje religioso (usualmente representado por un capellán del ejército de
EE.UU.) terminaba muerto o herido.
Cables de Wikileaks
Recientemente, sentí que debía
hacer una investigación en Wikileaks de la “Teología de la Liberación” para ver qué podría
revelarse respecto a la actual posición de EE.UU. hacia esa filosofía y los
individuos que viven según ella. En total la búsqueda sacó a la luz 31 cables
que tenían que ver con numerosos países, incluidos El Salvador, Cuba, Ecuador,
Paraguay, Corea del Sur, las Filipinas, Haití, Brasil, Venezuela, Líbano y el
propio Vaticano. Esos cables revelaron la continua obsesión del Departamento de
Estado de EE.UU. con la Teología de la Liberación y la hostilidad compartida de
EE.UU. y el Vaticano hacia esa doctrina.
Por ejemplo, la embajada de
EE.UU. en el Vaticano –en un cable titulado “Socios por el Progreso", en
un trabajo con las Agencias de Desarrollo del Vaticano y fechado 24 de enero de
2003, dejaba claro que EE.UU. y el Vaticano estaban en plena sintonía cuando se
trata de su oposición a la Teología de la Liberación y su desafío a las
injustas estructuras del mercado que perpetúan la pobreza (1). Por lo tanto, la
embajada declara:
La propia Santa Sede parece
haber hecho un cambio filosófico en los últimos años respecto a su enfoque
hacia el desarrollo. Mientras muchas declaraciones de postura oficial todavía
incluyen más de un indicio de mensaje de desarrollo en los días maravillosos de
la Teología de la Liberación y la teoría internacional de desarrollo de finales
de los años 60, declaraciones recientes –en la cumbre de Johannesburgo por el
desarrollo sostenible, por ejemplo– reflejan una posición más cercana a la del
USG [gobierno de EE.UU.]. Se pide a los receptores de ayuda al desarrollo que
se conviertan en protagonistas y socios de su propio desarrollo. Conceptos como
transparencia, buen gobierno, rendición de cuentas y liberalización del mercado
ahora suministran un contrapeso al achacar la culpa de los males del mundo a
“estructuras injustas” o “capitalismo desenfrenado”. El Papa ha reforzado esos
conceptos en recientes mensajes y declaraciones, lo que sugiere que la nueva
perspectiva se filtrará de los dicasterios a las agencias de desarrollo para
conformar sus políticas y estrategias. En vista de la importancia de la voz del
Vaticano en todo el mundo en desarrollo, la Embajada cree que las agencias de
desarrollo del USG deben tratar de ampliar los contactos con la Santa Sede para
aumentar el apoyo a nuestras políticas e iniciativas de desarrollo y
desarrollar sinergias con las numerosas agencias de desarrollo relacionadas con
el Vaticano. Fin del comentario.
En un cable de la embajada del 6
de mayo de 2007 relacionado con la visita del Papa Benedicto XVI a Brasil, la
embajada de EE.UU. en ese país discute extensivamente el tema (2). Por ejemplo,
bajo el encabezamiento “La ‘amenaza’ de la Teología de la Liberación”, la
embajada escribe:
Otro importante problema
contextual de la visita es el desafío a la Iglesia tradicional representado por
la Teología de la Liberación. El Papa Juan Pablo (con la ayuda del actual Papa
cuando era el Cardenal Ratzinger, hizo grandes esfuerzos para acabar con este
análisis marxista de la lucha de clases. Había llegado a ser promovido por una
cantidad significativos de clérigos y gente común católica, quienes en un
compromiso político aprobaban a veces la violencia “por cuenta del pueblo”. La
forma más ortodoxa de la Teología de la Liberación que se ponía de parte de los
pobres y oprimidos había experimentado una lectura reduccionista que el
Vaticano quería corregir. En gran medida, el Papa Juan Pablo II desanimó la
“Teología de la Liberación”, pero en los últimos años ésta ha presenciado un
resurgimiento en diversas partes de Latinoamérica.
Este mismo cable apunta sin
querer a los resultados del ataque de EE.UU. y el Vaticano contra esta
filosofía, la continuación de la mala distribución de la riqueza en
Latinoamérica. Por lo tanto, en este cable, la embajada explica que en una
conferencia de prensa después de la visita papal a Brasil, “los obispos se
quejaron de la ‘injusta distribución de la riqueza y de las profundas
diferencias en la distribución de los recursos’ en su región. Preguntaron cómo
podía ocurrir esto si la mayoría de los presidentes, empresarios y
profesionales de Latinoamérica afirman que son católicos”.
Desde luego, esta pregunta se
responde por sí misma. El continuo estado de cosas injusto en Latinoamérica se
debe en gran parte a las propias acciones del Vaticano, con ayuda de las
fuerzas represivas de EE.UU. en la promoción de una variedad de catolicismo que
permite que los ricos y poderosos de Latinoamérica se sientan bien con su
riqueza, es decir, que crean que tienen más posibilidades de entrar en el Reino
de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja, como advirtió Jesús,
y de “acabar con” los teólogos de la liberación que emprendían pasos activos en
el mundo real para cuestionar el injusto control de los ricos y poderosos sobre
los recursos y la tierra de sus naciones. En resumen, la continuación de la
injusticia, de una manera natural, previsible e intencional, es el resultado de
las acciones del Vaticano y de EE.UU.
La Embajada de EE.UU. en el
Vaticano, en un cable del 14 de enero de 2008, analiza los puntos de vista del
Papa Benedicto sobre una serie de temas, incluso respecto a varios países
latinoamericanos (3). Hay que subrayar que la embajada reconoce que “Para la
Santa Sede, los católicos en Cuba gozan de un cierto nivel de libertad
religiosa”. Citando a un miembro de un movimiento laico internacional en Roma,
la embajada señala que “las relaciones entre la Iglesia y el gobierno cubano no
eran ‘estupendas, pero tampoco malas’” (Por cierto, hay que destacar que el clero
católico en Cuba nunca ha sufrido el tipo de violencia infligido al clero en
Estados clientes de EE.UU. en la región.)
A la luz de su propia obsesión
por el tema, la embajada continúa expresándose largo y tendido sobre los puntos
de vista del Papa sobre la Teología de la Liberación:
También importante –e
inquietante– para la Santa Sede es la resiliencia de la Teología de la
Liberación latinoamericana. Durante su tiempo como poderoso Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe en los años ochenta y noventa,
el Cardenal Joseph Ratzinger se opuso a la Teología de la Liberación por
su abierta simpatía hacia los movimientos revolucionarios. Algunos seguidores
de la Teología –incluidos antiguos clérigos– ocupan ahora destacadas posiciones
políticas en países como Bolivia y Paraguay, un fenómeno que un comentarista ha
descrito como la reencarnación secular de la Teología de la Liberación. Para la
Santa Sede, el Magisterio de la Iglesia (las doctrinas de la Iglesia Católica)
sobre temas sociales ya defiende con fuerza los derechos de los desamparados.
Esta defensa, frecuentemente descrita como la “opción preferencial por los
pobres” de la Iglesia, no debería incluir que los clérigos asuman
posiciones gubernamentales de alto nivel o se presenten como candidatos. Al
llamar a una reducción de las tensiones interiores en Latinoamérica, la Santa
Sede espera impedir un clima fértil para que los clérigos activistas,
progresistas, se unifiquen con gobiernos populistas, autoritarios.
En un cable del 27 de septiembre
de 2005 procedente de la Embajada de EE.UU. en San Salvador, titulado “El
Salvador: La influencia en decadencia de la Iglesia Católica Romana”, EE.UU.
presenta un interesado, aunque inadvertidamente revelador, análisis de lo que
ha ocurrido en ese país en las últimas décadas (4). La embajada señala que:
En 1977 el ex Arzobispo Óscar
Arnulfo Romero adoptó una posición explícita a favor de la “Teología de la
Liberación” que enajenó a muchos de los miembros más influyentes de la
iglesia. El Arzobispo Arturo Rivera y Damas siguió el ejemplo de Romero durante
su mandato entre 1983 y 1994. Con la elección de Fernando Sáenz Lacalle como
Arzobispo de San Salvador en 1995, la Iglesia Católica entró a una nueva era en
la cual retiró su apoyo a la Teología de la Liberación; Sáenz Lacalle renovó el
énfasis en la salvación individual y la moralidad. Sin embargo sigue
subyaciendo una división en la Iglesia Católica salvadoreña respecto a temas
políticos semejantes.
La embajada explica
posteriormente que, con su retirada de la Teología de la Liberación, “la
Iglesia Católica salvadoreña ha sido efectivamente ‘re-romanizada’…”
Como sucede tan a menudo, lo que
no se dice en el pasaje mencionado es lo más revelador. La embajada se refiere
a Óscar Romero como “ex Arzobispo” que apoyó la Teología de la Liberación. Por
cierto, como todos sabemos, en realidad Óscar Romero murió, más fuerte aún, fue
asesinado por las fuerzas entrenadas, financiadas y armadas por EE.UU.
mientras oficiaba la Santa Misa. La embajada, para evitar la mención de esos
hechos inconvenientes, simplemente lo convierte en “ex Arzobispo”, como si
simplemente se hubiera jubilado. Y, lo que no se menciona es que fue el
asesinato de gente de buen corazón como el Arzobispo Romero lo que condujo a la
“re-romanización” de la Iglesia, una expresión de doble sentido, ya que puede
significar apropiadamente que la Iglesia vuelve a estar en línea con el
Vaticano de Roma (el significado deseado), o que ha vuelto a la posición
favorable al Imperio que la Iglesia ha mantenido (con una interrupción limitada
después del Concilio Vaticano II de 1962) desde el año 324 d.C. En otras
palabras, misión cumplida tanto para el Vaticano como para EE.UU.
Avanzamos unos años hasta
el 27 de febrero de 2009 y la Embajada de EE.UU. en San Salvador vuelve a
retorcerse las manos sobre un nuevo y “más explícito Arzobispo” del que la
embajada sospecha que simpatiza con la Teología de la Liberación (5). Por ello,
el cable contiene toda una sección sobre el nuevo Arzobispo que dice:
“SIMPATIZA PERO NO ESTÁ COMPROMETIDO CON LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN”. Como
explica la embajada, “las declaraciones públicas del [Arzobispo] Escobar
sugieren que podría tener puntos de vista cercanos a la Teología de la
Liberación, un movimiento de la Iglesia Católica que pone el acento en la
liberación de los pobres y oprimidos y que condujo a algunos adherirse y a
apoyar la actividad revolucionaria en Latinoamérica, incluyendo la insurgencia
del FMLN (1980-1992)”, una insurgencia a la que por supuesto EE.UU. se opuso vigorosamente
a través de su apoyo a las fuerzas militares represivas en El Salvador, las
cuales aplastaron a la insurgencia y mataron a decenas de miles de civiles
inocentes.
Como explica este cable, algunas
declaraciones del Arzobispo Escobar que llevan a EE.UU. a sospechar de su
simpatía por la Teología de la Liberación son sus pronunciamientos contra
operaciones mineras en El Salvador, incluyendo la actividad minera de Pacific
Rim, una “compañía canadiense con inversionistas estadounidenses”, explica el cable.
El cable explica que también revela sus simpatías por la Teología de la
Liberación el hecho de que “en su primera homilía, Escobar afirmó que quiere
estar con los débiles y pobres porque es el deber de la Iglesia y pidió que se
otorgue prioridad al abastecimiento de los pobres”. El cable prosigue que
“Escobar también ha declarado… que admira al Padre Ignacio Ellacuria, un cura
jesuita y colaborador de la Teología de la Liberación que fue asesinado por las
fuerzas salvadoreñas en 1989, y al Arzobispo Óscar Arnulfo
Romero, asesinado por los escuadrones de la muerte en 1981 [sic]”. Otra
vez la devoción del nuevo Arzobispo por los religiosos asesinados lo convierte
en sospechoso en cuanto a su verdadera fidelidad.
En otro cable de San Salvador,
del 24 de junio de 2008, que pretende presentar una visión histórica del FMLN,
la embajada afirma: “Durante los 12 años de guerra civil salvadoreña
(1880-1992), el FMLN intentó derrocar el gobierno utilizando una estrategia que
incluía la lucha armada, el terrorismo y el adoctrinamiento político
socialista/comunista. El movimiento de la Teología de la Liberación de la
Iglesia Católica y los sindicatos apoyó en considerable medida esos esfuerzos.
El grupo recibió apoyo monetario y armas del Bloque Soviético y de Cuba” (6).
Esta declaración, repleta de información bastante engañosa, es muy reveladora
de la antipatía de la embajada hacia la Teología de la Liberación.
De esa manera, en ese breve
pasaje la embajada muestra a gran parte del movimiento de la Teología de la Liberación
como un apoyo al supuesto terrorismo del FMLN, en conjunto con la Unión
Soviética y Cuba. Por cierto, esto ignora intencionalmente el hecho de que
fueron los escuadrones de la muerte militares y paramilitares respaldados por
EE.UU. en El Salvador los que cometieron la mayor parte de los actos
terroristas contra la población civil; que gran parte del movimiento de la
Teología de la Liberación, como lo ilustra el propio Arzobispo Romero, condenó
la violencia cometida por las dos partes del conflicto y que las afirmaciones
de apoyo soviético y cubano al FMLN fueron siempre exageradas. Pero lo
significativo es que EE.UU. considera que el movimiento de la Teología de
la Liberación está coludido con el terrorismo y con el comunismo
internacional, es decir, con los dos principales objetivos (o por lo menos
objetivos ostensibles) de la violencia de EE.UU. desde la Segunda Guerra
Mundial.
Numerosos cables tratan
del asunto, pero basta con decir que son consistentes en el vilipendio de
dirigentes religiosos y políticos que están, o EE.UU. cree que están,
vinculados con la Teología de la Liberación. La lista incluye a Fernando Lugo,
el exobispo católico, que fue derrocado por un golpe “legal” en Paraguay que
fue instantáneamente ratificado por EE.UU. (7); Jean Bertrand Aristide, el
presidente de Haití enviado al exilio por los esfuerzos conjuntos de
EE.UU., Canadá y Francia (8); e incluso un líder chií en el Líbano, el Jeque
Ahmed Taleb, que "durante su juventud descarriada, según afirma EE.UU.
enseñó una versión chií libanesa de la Teología de La liberación, con una
retórica repleta de insultos a EE.UU. e Israel” (11).
En pocas palabras, EE.UU. ve en
gran medida a la Teología de la Liberación, y a los que la apoyan, como
enemigos. Y se considera alineado con el Vaticano en sus esfuerzos mutuos para
destruir esta filosofía. Por cierto, esto tiene consecuencias prácticas.
Solo un ejemplo: un cable de la
embajada del 9 de junio de 2009 explica que el antiguo equivalente del FBI en
Colombia, el DAS, espió y "neutralizó” (un eufemismo que puede incluir
acciones que llegan al asesinato) a grupos por los derechos humanos, la
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, (CIJP o “Justicia y Paz”) del Padre
Giraldo,(12). Este cable señala que el propio presidente de Colombia, Álvaro
Uribe, había ordenado la vigilancia. El cable señala que la “vigilancia incluye
el control físico de individuos y sus familias (incluidos los niños),
interceptación telefónica y de correos electrónicos y recolección de datos
financieros de importancia. También parece que la unidad ha tomado medidas
activas para desestabilizar eventos de la oposición e intimidar a activistas
por los derechos humanos… Los periodistas
y activistas por los derechos humanos afirman que la vigilancia [que comenzó en
2004-2005 continúa.” (énfasis agregado).
Por cierto, hay que preguntarse
seriamente si esa política estatal de “neutralizar” al CIJP continúa en la
actualidad y si el reciente intento de asesinato del Padre Alberto Franco del
CIJP el 13 de febrero de 2013, se llevó a cabo siguiendo dicha política. Yo
mismo digo para que conste que si al Padre Franco o a algún otro sacerdote
asociado con el CIJP les ocurriera algún mal, habrá que pedir
responsabilidades al Estado colombiano y a su patrocinador estadounidense.