EL TELEGRAFO.- Entrevista / Raúl Vera / obispo de la diócesis de Saltillo en México
En 2006, este sacerdote defendió a 13 trabajadoras sexuales víctimas de una violación. Su acción causó polémica. Hace poco ofició el primer bautizo de una niña criada por una pareja de lesbianas.
Paula Mónaco
Corresponsal en México
En su muñeca izquierda, Raúl Vera lleva una pulsera de acero que nunca se quita desde hace varios años. “Dice mi tipo de sangre, ORH negativo; viene mi teléfono y que soy alérgico a los antibióticos para que me hagan la prueba antes de dármelos porque si no me matan de un balazo me van a matar con los antibióticos”, expresa.
‘El obispo que defiende a homosexuales, migrantes y desparecidos’ cuenta en esta segunda entrega de la entrevista con EL TELÉGRAFO que seguirá luchando por lograr una Asamblea Constituyente en México, porque es tiempo de que el pueblo sea escuchado.
Explica que él enfrenta todo con una sonrisa y que incluso los riesgos los toma con humor.
En 1997, él y Samuel Ruiz fueron blanco de un atentado en Chiapas, un ataque en el cual 2 indígenas resultaron heridos de bala. Años después en Coahuila lo hostigaron por las noches, con personas instaladas en la terraza de su casa.
Sus acciones por lo general son polémicas. En 2006, cuando 13 trabajadoras sexuales fueron víctimas de una violación tumultuaria por uniformados en el municipio coahuilense de Castaños, el obispo se trasladó de inmediato a los burdeles, defendió a las mujeres y las acompañó en gestiones hasta lograr su libertad.
También ha defendido a la comunidad homosexual en tiempos en que la Iglesia Católica no hacía más que señalarlos.
“Empecé a atenderlos ante el dolor y el desprecio. Hubo un muchacho asesinado en el estado y otro llegó a las siete de la mañana, cuando estaban abriendo la iglesia. Llegó en pijama, su papá lo había corrido a las cinco porque le encontró una carta de su novio. ¡El papá lo corrió sin más!”, recuerda y aún se indigna.
“Un sacerdote que es muy compasivo me dijo ‘oiga yo creo que tenemos que hacer algo’ y así empezamos”. Acompañó el surgimiento de la asociación civil Comunidad San Elredo y el año pasado bautizó a una niña hija de 2 mujeres, en el primer sacramento de este tipo que se concede en México y segundo en el mundo (Monclova, 27/05/2014).
Ha estado también del lado de trabajadores. Alza la voz por los 44 mil electricistas cesados al extinguir la paraestatal Luz y Fuerza del Centro (2009) y acompaña los reclamos de mineros.
Desde 2006 exige justicia en la causa Pasta de Conchos, donde un derrumbe cobró la vida de 65 trabajadores cuyos cuerpos no han sido rescatados aún.
En 2002 fundó el Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios y también la Casa del Migrante Saltillo/Belén Casa del Migrante, un refugio para quienes van rumbo a Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Allí, cada año cerca de 8 mil personas de diversas nacionalidades reciben ayuda que incluye medicinas, ropa, comida, apoyo psicológico y asesoramiento legal. Esa ha sido otra labor que ha valido amenazas y hostigamiento para Vera y sus colaboradores.
Al obispo de la diócesis de Santillo es frecuente verlo en protestas junto a otros sacerdotes críticos como Alejandro Solalinde, Raúl Concha y Fray Tomás. Un fenómeno que el periodista Emiliano Ruiz Parra ha documentado en su libro Ovejas negras. Rebeldes de la Iglesia mexicana del siglo XXI (Océano, 2012).
¿Vive con miedo?
Vivo sin miedo pero sí lo siento cuando me he visto en riesgo, cómo no. Por ejemplo cuando defendí a las prostitutas y bailarinas que el ejército violó recibía llamadas telefónicas y un día nos persiguieron a mí y al chofer en una camioneta. Aunque eran civiles sabíamos que eran del ejército.
¿Los migrantes son los responsables de su compromiso social?
¿Quiénes fueron las primeras víctimas que yo conocí? Los campesinos emigrados a grandes ciudades para ser explotados. Mi padre era obrero, empleado del ferrocarril.
Cuando era niño vivíamos a la orilla del pueblo (en el estado de Guanajuato) y mis amigos eran hijos de cargadores y de campesinos. Me tocaba verlos emigrar a las sierras grandes y de ahí se pasaban a Estados Unidos. Yo era un niño y mis compañeritos, mis amiguitos, conforme iban creciendo se iban yendo.
¡Nuestros indígenas saben de la tierra, ellos son los dueños del maíz! Hoy el crimen en este país es que Monsanto se hizo dueño intelectual del maíz, ¡si al maíz lo domesticaron los indígenas! ¡Ahora un pobre indígena puede ser puesto en la cárcel porque tiene el maíz criollo!
En México hay varios religiosos rebeldes como usted pero la postura no es común dentro de la Iglesia, ¿le piden explicaciones?, ¿lo han regañado mucho?
Sí, sí (se muerde la lengua para no hablar de más). Pero Dios está arreglando las cosas y le pido que deje a Francisco unos años más como Papa porque las cosas con él han cambiado mucho.
Pero el Papa ha tenido una postura muy diferente a la suya en el tema de los derechos de las personas homosexuales…
¡No! Ya dijo: ‘Por qué voy a juzgarlos, quién soy yo para juzgar a los homosexuales’. No es ningún discriminador.
Antes era detractor, ha cambiado su postura.
Pues todos tenemos derecho a la conversión, eso qué ni qué.
¿Está de acuerdo con la gestión del actual Papa? Al comienzo le pidió que fuera más directo.
No. Cuando todavía no había Papa yo dije: ‘Tiene que ser un hombre que recupere el lenguaje directo, se acabó el lenguaje diplomático para no molestar a la gente, ¡no hacemos nada con eso!’ Francisco me encantó luego luego.
Y a la Iglesia, como institución, ¿cómo la ve?
Desgraciadamente estamos muy metidos en el poder, es un problema. Dejamos de cumplir muchas cosas por respeto al poder (…) Nos hemos constituido como poder (…) Cuando a mí me ordenan sacerdote entro a formar parte de una especie de grupo privilegiado que tiene poder sobre el resto. Eso nos ha hecho muchísimo daño porque la Iglesia se alejó de ser el fermento del mundo.
¿Considera que la jerarquía católica está alejada del mundo real?
¡Claro que sí! Somos una excepción, somos los intocables, pero, gracias a Dios, el mundo ha hecho un cambio muy fuerte. Hablamos mucho de la secularización, ¡pos claro! Se perdió esa aureola de sagrado que teníamos, es mucho más madura la concepción que se tiene hoy de lo sagrado. Hoy nosotros estamos sometidos al escrutinio público y esto es muy sano.
¿Qué le hace falta cambiar a la Iglesia, qué le cambiaría usted?
La conversión de nosotros los clérigos. Tenemos que realizar una pastoral transformadora de la historia. Tenemos que analizar más las causas, los sacerdotes tenemos que ser formados más en el análisis social.
Análisis-acción; pensar-hacer, así funciona Raúl Vera.
¿Por qué seguirá promoviendo una Asamblea Nacional Constituyente en México?
¡Porque están desbaratando al país! (se enoja). Tienen concesionada a las mineras la tercera parte del territorio nacional, ¡llenándola de cianuro! Les van a permitir sacar gas shale. Van a obligar a los campesinos a que les renten la tierra para usarla por 4 años, porque un pozo de gas shale dura eso, y luego dejan el agua y la tierra dañadas ¡por cuatro mil años! ¡Contaminan los mantos freáticos de tóxicos! Soy ingeniero químico. Se llenan de dinero y se van a vivir a los paraísos fiscales. ¿Los mexicanos nos vamos a quedar peleando por las 4 hectáreas y 3 litros de agua que nos van a dejar?
*El enojo del obispo Vera pronto se transforma en energía, mucho más cuando sale entre abrazos y risas del encuentro con los dominicos. “Es un país hecho trizas, para los muchachos su único futuro es ser sicarios o migrantes. ¡Vamos a adelantarnos! ¡Vamos a construir lo que ellos están destruyendo!”, agrega. (I)
En 2014 estuvo en la terna del Nobel de la Paz
En años recientes Raúl Vera ha recibido varias distinciones en derechos humanos y, tanto en 2013 como en 2014, ha estado en la terna final para el Premio Nobel de la Paz, tal cual lo evidencian notas de prensa en México. Entre bromas se define como “un obispo loquito”; se inscribe en el “proceso teológico latinoamericano” y cita a “don Oscar Arnulfo Romero, que tenía un ojo en la Biblia y otro en la realidad”.
-Cuando ve de cerca abusos y situaciones tan dolorosas, ¿cómo se explica la presencia de un Dios que lo permite? -La libertad contaminada por la desobediencia a Dios es la autora del mal. El mal tiene rostros y tiene nombres, al mal lo hace el hombre. Lo que he aprendido es que hay que enfrentar a ese mal organizando al bien.