Anastasio Gallego
Serán los años, pero parece que fue ayer cuando nos avisaron que "Gonzalo" había muerto. Sabíamos que estaba enfermo, pero no lo esperábamos tan pronto.
El domingo 8 de mayo, la catedral de Lago Agrio, provincia de Sucumbíos, en Ecuador, se llenó de gente que quería celebrar el primer aniversario de la muerte de Mons. Gonzalo, su obispo de 40 años. Supongo que por otras tierras no se celebra así la muerte de un obispo que, además, murió a miles de kilómetros.
En el acto posterior a la misa, se presentó un libro sobre vivencias de personas que hablan de Gonzalo. También anda circulando un calendario con fotos de Angola y la tierra que cobija los restos del obispo fallecido. Tiene además algunas anotaciones del diario que llevaba él. El calendario no cuesta nada. Pero se ha hecho una colecta para recoger fondos y enviarlos a Angola, a otro carmelita que quiere seguir los pasos y el trabajo inconcluso de Gonzalo.
Y acabo de ver un libro publicado por el Fondo Documental Diocesano de la Iglesia de Riobamba titulado "EL EVANGELIO LIBERA AL OPRIMIDO Y AL OPRESOR". Tiene un prólogo del teólogo José Comblín. Su autor es Mons. Leonidas Proaño Villalva. Este libro está publicado en el año 2010. Y tiene una dedicatoria: "Dedicamos esta publicación a Mons. Gonzalo López Marañón, Obispo Emérito de Sucumbíos. Como nuestro homenaje de admiración y gratitud por ser amigo, maestro perenne, pastor de la amazonía ecuatoriana. Dios le bendiga".
Y otro buena noticia antes de cumplirse el año de la muerte de "Gonzalo": por fin el Nuncio se va. Después de 12 años de representar al Vaticano ante el Estado ecuatoriano ha sido trasladado a Eslovaquia. Es el hombre que hizo de la renuncia de Mons. Gonzalo por edad una de las etapas más tristes de la vida de la Iglesia en Ecuador. Solo comparable con la visita que Roma enviara a Mons. Leonidas Proaño.
Ésta terminó con un visitador que reconoció la obra del "Obispo de los Indios"; la otra terminó con la conminación a que se fuera "a ser posible a su lugar de origen" y la prohibición de ir siquiera de visita a la que fue por 40 años su diócesis y a la orden de que 6 Carmelitas Descalzos abandonaran el Vicariato. Se cumplió aquello de que "herirán al pastor y se dispersarán las ovejas".
Pero el rebaño sigue junto tratando de acostumbrarse la voz de un nuevo pastor y éste al olor de las ovejas. No está siendo fácil, pues las heridas causadas no se restañan todavía y la "saudade" es fuerte.
El primer aniversario de la partida de Mons. Gonzalo ha tenido eso de alegre y doloroso; de recuerdo y ganas de caminar; de nuevos estilos y nostalgia de tiempos ya pasados; de sentir "qué mal nos trató la Madre que más parecía gerente en tiempos de desahucio sin indemnización ni reconocimiento".
Pero el ejemplo del que fuera guía y obispo está siendo más fuerte. Si él se fue a Angola y allí se quedó; como en Riobamba.