Pedro Pierre
Ya son varias semanas que se nos prepara la mente y el bolsillo para celebrar la Navidad, según los criterios neoliberales: pasa a ser la fiesta económica de los más caros regalos, que bien poco tiene que ver con el origen de tal celebración. Cristianos, ¿qué hemos hecho de la Navidad?
Los grandes almacenes se llenan de papanoeles y de árboles europeos. Los personajes del Nacimiento se visten como príncipes. ‘Compre hoy y pague mañana’ o ‘con cuotitas mensuales muy chiquititas’. No faltan las promociones con reducciones espectaculares… y cuántas cosas más que el sistema neoliberal sabe muy bien presentar para que compremos más y más: un ‘sistema de muerte’, tal como lo calificó el papa Francisco.
El primer Belén fue un Belén de pobres: una joven mujer dando a luz sola en una gruta del campo. Un padre carpintero de pueblo, artesano ambulante para ganarse el pan del día. Los primeros visitantes fueron unos pastores, pobres entre los pobres. Un niño desamparado que ‘aterriza’ en un mundo de dominación extranjera, de violencias e injusticias generalizadas, de corrupción por parte de las autoridades religiosas.
Con este lujo de cosas y derroche de luz nos quieren hacer creer que estamos muy bien, que miserables que viven con 2 dólares al día ya no hay, que el trabajo es digno, bien remunerado y sin explotación. Puede ser que estemos mejor que ayer, ¿pero qué país estamos construyendo comunitariamente? ¿No será que otros nos están regalando ‘pan y circo’ para que los dejemos hacer y deshacer? En medio de nosotros crece la riqueza ostentosa. Nunca como antes se había vendido tantos cosméticos ni hecho tantas ‘regeneraciones corporales’. ¿En qué gastamos la mayor parte de nuestro escaso dinero? ¿En qué nos desgastamos con grandes esfuerzos y sacrificios? ¿Qué país estamos construyendo para nosotros y nuestros hijos y nietos?
Regresemos al Belén verdadero hecho de unión familiar, de compañerismo alegre y de fe viva. ¿Cómo vamos a hacer de la cena navideña un momento de regocijo entre familiares y vecinos compartiendo sencillamente algo de comer y de beber? ¿Cómo vamos a adornar nuestra casa para que aparezca algo de la primera Navidad en su sencillez, su alegría y su compartir? ¿Por quién nos dejamos conducir los cristianos: por un Papá Noel regordete que nos hace pagar caros sus regalos de última generación o por un niño que viene de lo alto para enseñar la convivencia fraterna y el compromiso por la liberación de los pobres?
He aquí unas frases llamativas del papa Francisco que pueden orientarnos en esta Navidad reencontrada: “La cultura del descarte es una eutanasia escondida… Hoy una economía especulativa los hace cada vez más pobres y eso es inaceptable… Los pobres son las piedras angulares para la construcción de la sociedad… Hay quien quiere quitar del diccionario la palabra solidaridad… Ayudad a hacer crecer la compasión y la ternura en el corazón de la sociedad, que es la verdadera revolución… Os animo a ser amigos de Dios, de los pobres y de la paz”.