MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 9 de julio de 2014

El futbol se gana en la cancha, pero…


Irene León
Socióloga ecuatoriana

alainet.- Nadie lo duda, el futbol se gana en la cancha y es allí donde se ha desplegado una lluvia de goles, compromisos de camiseta, buenos partidos y suficientes jugadas magistrales para convencer de que el Mundial 2014 se anuncia como el mejor de los últimos tiempos.
Es cierto, no se ha vislumbrado nada que se equipare a la genialidad de Maradona, tampoco se han perfilado movidas de ‘jogo bonito’ ni reveladoras iniciativas de equipo, los nuevos estilos se posicionan más bien con incursiones tácticas e individualidades, y con reavivados modos de poner el poder en escenario, en algunos casos sútiles, pero en la mayoría prosaicos, como sucedió, por ejemplo, con la contundente patada infringida por el francés Blaise Matuidi al nigeriano Ogenyi Onazi, cuyo tobillo fracturado apenas valió una tarjeta amarilla.


El modus operandi para mostrar poder y el inicuo ejercicio de la justicia, impregnados de jerarquías políticas, sociales, raciales y, sobre todo, geoeconómicas, se develan en la cancha mundialista como en un espejo, que refleja en unos metros y en un par de horas, las alineaciones de las relaciones planetarias. Son ostensibles allí, los poderes fácticos transnacionales, que procuran controlar todo lo que se mueve en la cancha y sus inmediaciones, con reglas del juego similares a las que aplican al universo y sus alrededores. En orden de jerarquía, se suceden luego, los poderes geopolíticos y otros.

Justo por eso, la disputa interpuesta por equipos del Sur, como sucedió en octavos de final en el partido en que Argelia puso a sudar a Alemania, o en aquel en que Costa Rica se impuso ante Grecia, mientras Inglaterra, Italia, España y Portugal no pasaron de las eliminatorias, dicen tanto de futbol como de que no hay poderes inamovibles. Nueve equipos de la Patria Grande y cinco africanos, llegaron a buscar su lugar en la treintena de los mejores del mundo. De esos, cuatro latinamericanos bregarán en las cuartas de final con cuatro europeos.

Está, entonces, en proceso un gran desafío, en medio de un Mundial en el que se han puesto en evidencia complejidades que desbordan lo jugado en el engramado, en parte porque en Brasil a más del juego futbolístico está sobre el tapete el juego electoral, pero principalmente por el papel preponderante de la guerra comunicacional, que los medios corporativos –pero también otros- inflingieron a Brasil como sede. Se verificó en este caso, la ya conocida estrategia de lanzar rumores, diseñados para impresionar en el extranjero, que se vuelven ‘virales’ en las redes sociales, luego son recogidos y citados por los medios corporativos extranjeros, para finalmente retornar convertidos en verdades al punto de partida[1].

Pero ahora, que sí hubo Copa, es curioso constatar cómo tanto los acosadores mediáticos “VIP” que decían que en Brasil no había infraestructura ni condiciones para un mundial, como aquellos que exhibían conmovedoras imágenes de personas en situación de pobreza, aduciendo que tales injusticias históricas resultan del ‘neo populismo’ del gobierno del Partido de los Trabajadores[2], se lavan las manos del papelón y hasta ‘buscan culpables’.

Que se perdieron ganancias potenciales, dicen al presente los mismos desinformadores VIP que, hace algunas semanas, ponían en circulación la foto de cualquier potrero, diciendo que así están los estadios de la capital futbolística del mundo. Ahora que hubo Copa y que todo el mundo vio el contrario, se ha vuelto más dificil convencer de que la eliminación temprana de algunos europeos “favoritos”, se explica porque el calor de 30 grados brasileño golpea más que el del verano estadounidense en 94, o el del julio alemán de 2006, o el de Francia 98. Y no hubo epidemia de dengue, ni los tumultos anunciados en los aeropuertos.

Pero tampoco hubo el caos social de grandes magnitudes que algunos habían advertido. E incluso si algunos se movilizaron con motivos auténticos, en un Brasil que es un referente en organización social en América Latina, el sesgo sensacionalista de algunos planteos coincidió con aquellos del “acoso mediático” y, en otros casos, pronto se develó su proximidad con las postulaciones a las elecciones presidenciales de octubre próximo.

Así, luego de incentivar manifestaciones por varios meses y levantar el eslogan ‘no habrá Copa’, también políticos, como la candidata a la presidencia por el izquierdista PSOL, Luciana Genro, han cambiado de parecer y ahora dicen: que “no es el momento de protestar… que su partido no va a inventar procesos que no sean reales… que ahora el pueblo quiere participar de la Copa”…

Hasta la impopular FIFA, que había recurrentemente hechado leña al fuego de la desinformación, lanzando dudas sobre las condiciones del país sede y hasta insinuando la disponibilidad de otras posibles sedes, como la del país que se quiere adueñar de las Malvinas, Inglaterra, ha retocado su actitud, ante la eventualidad de seguir lucrando de lo que ha visto y colectado hasta aquí.

Pero la desinformación no cesa, ha adquirido nuevos matices, ya no se usan ardides como el de la pobreza para deslegitimar a la candidata del único partido que, en doce años, ha logrado sacar de la pobreza extrema a unos cuarenta millones de personas, –que equivale casi a la población total de América Central-, ahora los desinformadores se ocupan de potencializar los erros de los equipos provenientes de cualquier país que se asocie con algún ‘proyecto popular’ y sobrevalorar, a la vez, los méritos de aquellos que comulgan con el capitalismo.

Así como se utilizó el mordisco del uruguayo Luis Suárez en el jugoso músculo del italiano Giorgio Chielini, para presentar “evidencia de la barbarie” sureña, se anuncian ahora, desde supuestas insuficiencias psicológicas de ciertos jugadores, hasta un imaginario complot internacional para beneficiar al país sede, cuyo equipo ha ganado y empatado, con el mismo esfuerzo que otros de su categoría, todos los partidos jugados hasta aquí y está en cuartos de final.

Ya casi han desaparecido las imágenes sangrientas, recogidas del repertorio sensacionalista de cualquier lugar del mundo, que circulaban en redes sociales, para mostrar la supuesta ‘barbarie y corrupción’ del apodado “neo populismo”, pero el acoso mediatico persiste, el periodismo perdió el rumbo, dicen hasta los propios periodistas de los medios involucrados.

Y, ante la constatación de que la vorágine producida por la guerra comunicacional, llegó a involucrar hasta a algunos medios alternativos, la conclusión de rigor la coloca el periodista Altamiro Borges: ‘urge incrementar la masa crítica a favor de la democratización de la comunicación’. Y, ante la parcialidad de los medios, urge también acabar con el monopolio de la transmisión de los grandes eventos y potenciar, al máximo, iniciativas periodísticas inteligentes y sensibles, como lo mostró el programa De Zurda, conducido por Diego A Maradona y Víctor Hugo Morales, puesto al aire por Telesur.

Puede ser que la copa se quedé en la Patria Grande, pero también puede ser que vuelva a Europa, con Joseph Blatter y la FIFA, pero acá quedan planteados apremios de subvertir poderes, y ojalá se debata de futbol en la Celac, en la Alba, en la Unasur y hasta en el G77+ China, y que se gesten ideas para volver a humanizar el futbol.

En esa línea nos quedamos con la lección de Argelia: mientras la FIFA y corporaciones aliadas se afanan en mercantilizar hasta las más simbólicas manifestaciones del mundial, el equipo argelino donó el estipendio mundialista, que recibió por haber llegado a los octavos de final, a la niñez de la franja de Gaza.

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