Pablo Richard
El
Papa Francisco, desde un principio y con énfasis, se identificó como Obispo de Roma.
“El
obispo de Roma debe asegurar la comunión
de todas las Iglesias. Por esta razón es el primero entre los servidores de la unidad. Corresponde al
sucesor de Pedro recordar las exigencias del bien común de la Iglesia (n° 94).
El obispo de Roma pertenece a su ´colegio´
y ellos son sus hermanos en el ministerio” (n° 95). Encíclica “Ut
Unum Sint”: donde se define que
significa ser “Obispo de Roma” (los
subrayados son míos).
La identificación del
Papa Francisco como obispo de Roma rompe con la
figura de un Papa universal y poderoso,
en el mundo y en toda la Iglesia. Toda la cristiandad depende de su persona.
Este fue el modelo de los Papas anteriores. Siempre surgió la crítica que era imposible
que 1.250 millones de católicos dependieran de una sola persona, normalmente
anciana. También se negaba la importancia de las Iglesias locales, pues todo
era decidido finalmente por Roma. Esta imagen fue difundida en forma desmedida
por los medios de comunicación. Un Papa así estructurado responde mas bien a
un emperador romano, como Constantino o
Teodosio, que a la persona de Pedro el pescador de Galilea. También es un escándalo presentar al Papa
como “Jefe de Estado”, en concreto como autoridad suprema del Estado Vaticano.
Los Nuncios aparecen como embajadores del Estado Vaticano, como cualquier otro
embajador. Muchas veces apoyando a gobiernos totalitarios y corruptos. En
Paraguay el Nuncio Apostólico fue el primero en saludar al responsable del
golpe de Estado (antes del embajador norteamericano). Muchos manifestaron que
si el Nuncio era embajador de un Estado, era legítimo la “desobediencia civil”.
Los “perdedores” en el cónclave.
La sola elección del Papa Francisco ya significa en sí
misma una derrota de toda la maldad acumulada en la curia
vaticana. En primer lugar el Cardenal Sodano, símbolo de las
intrigas y de la lucha por el poder dentro de la Iglesia
Vaticana. Fue Nuncio Apostólico en Chile, muy cercano y colaborador del
dictador Augusto Pinochet (Chile 1973-1990). Denigrante ha sido la corrupción económica y ética dentro de la
curia romana. Todos esperamos que el Papa Francisco haga una reforma de todas
las estructuras contrarias al Evangelio de Jesús. Aquí se jugará la
credibilidad del nuevo Papa. Si el Papa fue elegido y los otros derrotados es
justamente porque todos y todas
esperamos eso: una reforma de la Iglesia.
Muchos
signos anuncian que este Papa será un “conservador
moderado”. Aquellos que lo conocen afirman, sin embargo, que tendrá una actitud abierta al ecumenismo,
a la participación de los laicos y laicas en la Iglesia y una actitud
liberadora en los temas sociales y culturales. No será agresivo con la Teología
de la Liberación y con el compromiso de
los curas, religiosas, laicas y laicos con
el mundo de los más pobres. Esperamos que su utopía sea una “Iglesia de
los Pobres”. La utopía es lo que todavía no tiene lugar, pero si nos indica
hacia donde debemos ir.
Un
interrogante, muy discutido ahora, es el compromiso de Bergoglio con los Derechos Humanos en tiempo de la
Dictadura de Videla (entre 1976 y 1981), siendo él Provincial de los
Jesuitas (1973-1979). Un caso concreto
fue el secuestro de dos jesuitas: el Padre Orlando Yorio y Francisco
Jalics, que trabajaban en “villas miserias”. Desaparecieron 5 meses, en
condición de tortura permanente. Ya liberados, Orlando muere de muerte natural en el
año 2000 y Francisco puede salir a
Alemania. Hay otras quejas de las “Madres de Plaza de Mayo”.
Lo
que fue realmente escandaloso fue la colaboración abierta con la dictadura
militar del nuncio Apostólico Pio Laghi (1976-1980) y del cardenal
Raúl Primatesta. Estos si sabían de los centros de detención y de las
torturas y no hicieron ninguna denuncia. Su tesis era que si caía la dictadura
militar, vendría el comunismo, que sería mucho peor. Esta actitud presionó a
toda la Iglesia Católica, con gloriosas excepciones. En este contexto la actitud de Jorge Mario Bergoglio no fue la de un
“colaborador”. Hay que mencionar la
defensa que han hecho de él el Obispo
Hesaine, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y la militante de los
DDHH, señora Fernández Mijibe. El padre Jalics en Alemania ha declarado que
“está en paz con su obispo”. En todo caso, tratándose de Derechos Humanos, lo correcto
será la verdad, el perdón y en algunos casos hacer justicia.
Quisiera
transcribir dos citas: una de Leonardo Boff (familia
franciscana del Brasil) y otra de Jon Sobrino (teólogo jesuita del El Salvador)
Estas citas
dicen lo que yo siento y pienso, por eso quiero hablar con sus palabras.
Leonardo
Boff: “¿Por qué Francisco?
Porque San Francisco comenzó su conversión al oír al Crucifijo de
la capilla de San Damián que le decía: "Francisco,
ve y restaura mi casa, mira que está en ruinas" (San
Buenaventura, Leyenda Mayor II, 1).
¿Por qué el cardenal Jorge Mario Bergoglio ha elegido el
nombre de Francisco? Creo que ha sido
porque se dio cuenta que la Iglesia está en ruinas por la desmoralización debida a
los diversos escándalos que han afectado
a lo más precioso que ella tenía: la moral y la credibilidad.
Francisco no es un nombre, es un proyecto de una Iglesia,
pobre, sencilla, evangélica y desprovista de todo poder.”
Jon Sobrino: (selección
de textos de un entrevista realizada el 16 de Marzo 2013)
“Bergoglio no fue
un Romero, célebre por su defensa de los derechos humanos y asesinado en el
ejercicio de su ministerio pastoral. No tengo conocimientos suficientes, y lo
digo con temor a equivocarme: Bergoglio no ofrecía la imagen de Monseñor Angelelli,
obispo argentino asesinado por los militares en 1976. Muy posiblemente sí
ocurría en su corazón, pero no solía aflorar en público el recuerdo vivo de Leónidas
Proaño, Monseñor Juan Gerardi, Sergio Méndez…”
“Bergoglio, desde 1998, como arzobispo de Buenos Aires,
acompañó de diferentes maneras a sectores maltratados de la gran ciudad, y con
hechos concretos. Un testigo ocular cuenta que en la misa del primer
aniversario de la tragedia de Cromagnon -incendio ocurrido durante un concierto
de rock que costó la vida a 200 jóvenes-, Bergoglio se hizo presente y con
fuerza exigió justicia para las víctimas. Denunció
los males que trituran la carne del pueblo, y les puso nombre concreto:
la trata de personas, el trabajo esclavo, la prostitución, el narcotráfico, y
muchos otros. Para algunos, quizás la mayor virtud y la mayor fuerza para
llevar adelante su actual ministerio papal es que Bergoglio sea un hombre
abierto al diálogo con los marginados y desde el dolor. Acompañó con decisión
procesos eclesiales en los márgenes de la Iglesia católica, y los procesos que
ocurren al borde de la legalidad. Dos ejemplos emblemáticos son la vicaría de
curas villeros de los barrios marginales y su apoyo a los curas que deambulaban
sin un ministerio digno”.
“Por lo que muchos dicen,
Bergoglio tiene sensibilidad hacia los pobres. Ojala tenga lucidez para hacer real
la Iglesia de los pobres, y que ésta deje de ser Iglesia de abundancia, de
burgueses y ricos. No le faltarán enemigos, como no faltaron después de
Medellín a muchos jerarcas que sí pusieron a los pobres en el centro de la
Iglesia. Los enemigos estaban dentro de curias eclesiásticas, y muy
poderosamente en el mundo del dinero y el poder. Estos asesinaron a miles de
cristianos y cristianas.”
Ojala el Papa Francisco no se
asuste de una Iglesia perseguida y mártir, como las de Monseñor Romero y
Monseñor Gerardi. Y los canonice o no, ojala proclame que los mártires,
concretándolos también como los mártires por la justicia, es lo mejor que
tenemos en la Iglesia. Es lo que la hacen parecida a Jesús de Nazaret. Para
ello no es esencial que canonice a Monseñor Romero, aunque sería un buen signo.
Y si el Papa cae en alguna debilidad humana, sea ésta estar orgulloso de su
patria latinoamericana, sufriente y esperanzada, mártir y siempre en trance de
resurrección. Y estar orgulloso de toda una generación de obispos: Leónidas
Proaño, Helder Camara, Aloysius Lorscheider, Samuel Ruiz… No llegaron a Papas,
la mayoría de ellos tampoco a Cardenales. Pero de ellos vivimos.
Nuestra utopía es afrontar la conocida
constelación de problemas al interior de la organización de la Iglesia que
esperan solución. Por ejemplo, la muy urgente reforma de la Curia romana.
También es necesario que los miembros de la Curia sean preferentemente laicos.
Asimismo, es importante que Roma deje a las iglesias locales la elección de sus
pastores. Que desaparezcan del entorno papal todos los símbolos de poder y de
dignidad mundana, y ciertamente que el sucesor de Pedro deje de ser jefe de
Estado, porque eso avergonzaría a Jesús. Hace falta que toda la Iglesia sienta
como ofensa a Dios la actual separación de las iglesias cristianas. Hay que
pedir al Papa que Roma solucione la situación de los católicos que fallaron en
su primer matrimonio y han encontrado estabilidad en una segunda unión. Y, por
supuesto, que repiense el celibato ministerial”.
“Tengo otras
tres cuestiones.
Por un lado, que de una vez por todas arreglemos la situación insostenible de
la mujer en la Iglesia. También que dejemos de minusvalorar, a veces
menospreciar, al mundo indígena, a los mapuches de América del Sur y a todos
los que el Papa irá conociendo en sus viajes por África, Asia y América Latina.
Y por supuesto que aprendamos a amar a la madre tierra“.
(extractos de una entrevista realizada a Jon Sobrino el 16 de Marzo del 2013 ).
Fin
Pablo Richard, Departamento
Ecuménico de Investigaciones DEI
San José, Costa
Rica, 21 de Marzo 2013
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