Padre Pedro Pierre
La Asamblea Nacional está preparando una ley que prohíba ser candidatos a elecciones locales y nacionales a quienes tienen dinero en paraísos fiscales. ¡Bendito sea Dios! ¿Cómo que quienes esconden su dinero en bancos extranjeros para no pagar impuestos puedan ser autoridades, hasta de gobierno?
La expresión ‘paraísos fiscales’ aparece bien inocente, pero en realidad es engañosa y perversa. Lo de ‘paraíso’ solo lo es para los depositantes, ya que nadie va a controlar el dinero depositado, ni las autoridades locales y peor autoridades de otros países. Se trata de evasión fiscal a gran escala, o sea, de robo para el país. No se puede saber cuánto se ha depositado ni poner los impuestos correspondientes, peor obligarles a trasladar dicho dinero en sus países.
Con las revelaciones que se hizo de ciertos bancos panameños como paraísos fiscales, se descubrió que personas particulares e instituciones ecuatorianas tenían depositado dinero en esos bancos: ciertas autoridades locales y candidatos a las próximas elecciones presidenciales. Se evaluó la cantidad de unos 20.000 millones de dólares escondidos en esos bancos panameños, o sea, más de la mitad del presupuesto nacional y la mitad del producto nacional bruto del país. ¡Cuánto desfalco representarán para el fisco! Eso quiere decir que hay menos plata para la educación, la salud, los discapacitados, las de la 3ª edad, los salarios de los funcionarios, las obras de interés nacional, las inversiones sociales, el medio ambiente, la capacidad de enfrentar la baja del petróleo… sin hablar de las consecuencias sobre el aumento del desempleo.
A nivel internacional -y también nacional- estos bancos son el refugio seguro para el dinero de la droga, el tráfico de armas y de personas, las coimas de toda clase, las ganancias de las multinacionales, la financiación del terrorismo… Se estima que cada año se dejan cobrar en impuestos, a nivel internacional, ¡por lo menos 250.000 billones de dólares! Esos miles de millones de dólares duermen o circulan libremente para el empobrecimiento, el saqueo, la destrucción de los presupuestos de innumerables países, en particular los más pobres. ¡Cuánto dinero mal habido! Al no haber control sobre estos perversos negocios no se puede combatir estas plagas que nos destruyen solapadamente. Tampoco se puede subsanar la crisis internacional… Representa el 0,01% de la población mundial: ¿cómo que no se puede controlar?
Uno se alegra de las denuncias frontales del papa Francisco: “Los engranajes de la actual economía globalizada constituyen un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso (…) que tiende a ignorar los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente (…). La misma lógica no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza”.
Tratemos de corregir nuestras pequeñas corrupciones porque con ellas nos hacemos cómplices de las diabólicas corrupciones internacionales de los mal llamados ‘paraísos fiscales’ o ‘cuevas de ladrones’.