6 de enero de 2013. Epifanía del Señor (C).
Mateo 2,1-12
José Antonio Pagola".
Ante Jesús se
pueden adoptar actitudes muy diferentes. El relato de los magos nos habla de la
reacción de tres grupos de personas. Unos paganos que lo buscan, guiados por la
pequeña luz de una estrella. Los representantes de la religión del Templo, que
permanecen indiferentes. El poderoso rey Herodes que solo ve en él un peligro.
Los magos no
pertenecen al pueblo elegido. No conocen al Dios vivo de Israel. Nada sabemos
de su religión ni de su pueblo de origen. Solo que viven atentos al misterio
que se encierra en el cosmos. Su corazón busca verdad.
En algún momento
creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién
es y dónde está. Rápidamente se ponen en camino. No conocen el itinerario
preciso que han de seguir, pero en su interior arde la esperanza de encontrar
una Luz para el mundo.
Su llegada a la
ciudad santa de Jerusalén provoca el sobresalto general. Convocado por Herodes,
se reúne el gran Consejo de "los sumos sacerdotes y los escribas del
pueblo". Su actuación es decepcionante. Son los guardianes de la
verdadera religión, pero no buscan la verdad. Representan al Dios del Templo,
pero viven sordos a su llamada.
Su seguridad
religiosa los ciega. Conocen dónde ha de nacer el Mesías, pero ninguno de ellos
se acercará a Belén. Se dedican a dar culto a Dios, pero no sospechan que su
misterio es más grande que todas las religiones, y tiene sus caminos para
encontrarse con todos sus hijos e hijas. Nunca reconocerán a Jesús.
El rey Herodes,
poderoso y brutal, solo ve en Jesús una amenaza para su poder y su crueldad.
Hará todo lo posible para eliminarlo. Desde el poder opresor solo se puede
"crucificar" a quien trae liberación.
Mientras tanto,
los magos prosiguen su búsqueda. No caen de rodillas ante Herodes: no
encuentran en él nada digno de adoración. No entran en el Templo grandioso de
Jerusalén: tienen prohibido el acceso: La pequeña luz de la estrella los atrae
hacia el pequeño pueblo de Belén, lejos de todo centro de poder.
Al llegar, lo
único que ven es al "niño con María, su madre". Nada más. Un
niño sin esplendor ni poder alguno. Una vida frágil que necesita el cuidado de
una madre. Es suficiente para despertar en los magos la adoración.
El relato es
desconcertante. A este Dios, escondido en la fragilidad humana, no lo
encuentran los que viven instalados en el poder o encerrados en la seguridad
religiosa. Se les revela a quienes, guiados por pequeñas luces, buscan
incansablemente una esperanza para el ser humano en la ternura y la pobreza de
la vida.
José Antonio Pagola".