![]() |
A Jesús, el compromiso con su propio bautismo le llevó a defender, curar y proteger a los empobrecidos, despreciados, maltratados, oprimidos. Le llevó a denunciar... (P. Faustino Vilabrille). |
Lucas 3,15-16 y 21-22
El
pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan
el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos «Yo os bautizo con agua;
pero viene el que puede más que yo y no merezco desatarle la correa de
sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». En un
bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió
el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino
una voz del cielo «Tú eres mi hijo, el amado, el predilecto».
1. Bautismo de agua, bautismo de sangre.
Este texto nos narra el bautismo de Jesús que recibe de manos de Juan Bautista en el río Jordán. Es un bautismo de agua,
con el que Jesús va a dar comienzo a la proclamación, con sus hechos y
sus palabras, del mensaje de liberación integral del hombre. Este
compromiso liberador va a conducir a Jesús a un bautismo mucho más
contundente; el bautismo de sangre en la cruz del monte Calvario.
2. Campos de golf y sequía de justicia.
Cada ocho
segundos se muere un niño de sed en el mundo, menor de 6 años. El agua
es un elemento fundamental e imprescindible para la vida. El agua del
bautismo de Jesús es el símbolo de la nueva vida que viene a proclamar
con su mensaje; "yo he venido para que todos tengan vida y vida en abundancia"
(Juan 10,10). Los 10.800 niños que se nos mueren de sed cada día son un
crimen de una parte de la humanidad contra la otra, pues el consumo de
agua de un campo de Golf equivale al consumo de agua de unas 100.000
personas. En España hay 417 campos de golf, a los que nunca vamos los
pobres a jugar. ¿Quiénes van? Esos miles de niños no tienen
vida, ni mucho menos en abundancia; ¿quiénes tenemos la culpa? Hay agua
de sobra para todos, pero hay una inmensa sequía de justicia y
solidaridad en gran parte de la humanidad.
3. Bautismo de compromiso.
Recibir
un bautismo de agua sin dar de beber a quien tiene sed, no sirve para
nada, porque bautizarse significa decidirse por Jesucristo. Decidirse
por todo lo que El hizo y enseñó. La fe sin compromiso es fe muerta
(Santiago 2,17). La fe sin justicia, sin solidaridad, sin igualdad, sin compromiso, sin amor, no sirve para nada. ¿Qué sentido tiene bautizar a los niños si los que pedimos el bautismo para ellos no vivimos esta fe?
4. Bautismos de sangre.
A Jesús,
el compromiso con su propio bautismo le llevó a defender, curar y
proteger a los empobrecidos, despreciados, maltratados, oprimidos. Le
llevó a denunciar las injusticias y a los injustos, a desvelar a los opresores políticos y religiosos del pueblo.
Esto le condujo a ser perseguido, amenazado de muerte y al final
condenado y ajusticiado con la peor pena de muerte que entonces existía:
morir crucificado, después de ser flagelado y antes pasar tanta
angustia hasta el punto de sudar sangre, acabando clavado a una cruz:
fue su bautismo de sangre. Dios le devolvió la vida en total plenitud
con la Resurrección.
Hoy hay bautismos de sangre en quienes son
perseguidos y asesinados por defender a los pobres y denunciar a los
injustos. Todos recordamos a Oscar Romero, a los Jesuitas de la UCA, a
Gerardi, y a tantos miles perdidos en el anonimato del olvido.
5. Los crucificadores de hoy.
Asumir
nuestro propio bautismo implica comprometernos a favor de los oprimidos
de este mundo, implica denunciar las injusticias y a los injustos, a los
causantes de los empobrecedores de los más pobres del Tercer Mundo como
las Multinacionales, los grandes bancos, el FMI, el BM, la OMC. Implica
denunciar a los causantes de la crisis, de los desahuciados, de los
parados, de las injusticias que llevan a los pobres a la cárcel y a los
ricos a evadirla. Implica denunciar a los gobiernos que tienen
abundancia para los ricos y miseria para los pobres, como pasa con los
gobernantes europeos y especialmente ahora en España, porque
queremos que haya vida y vida en abundancia para todos, para toda la
humanidad, y no solo para unos pocos. Pero, ¿realmente estamos
bautizados? ¿Podrá decirnos el Padre como a Jesús; "tu eres mi hijo
amado, el predilecto?" ¿En qué estamos comprometidos? ¿De parte
de quién estamos? ¿Tal vez tengo la cabeza con los pobres, pero el
bolsillo con los ricos? O con otras palabras; ¿tengo la cabeza a la
izquierda, pero el bolsillo a la derecha?
Afortunadamente cada vez hay más personas que van
abandonando una religiosidad de pacotilla y apariencias, fastos y
solemnidades huecas, practicar "la verdad, la justicia y la lealtad" y
vivir comprometidas con la dimensión global de la fe, luchando con los
hechos y las palabras de su vida por ser coherentes con el mensaje del Gran Profeta de Galilea.
P. Faustino Vilabrille (Gijón).
Religión Digital (Madrid) - Reflexión y Liberación (Santiago)