
La característica del Concilio Vaticano II, fue ser una
asamblea abierta, amplia, no dogmatica, en la cual participaron miembros representativos de otras iglesias, dirigentes
de estados no creyentes, observadores, laicos, pastores, mujeres, y otros.
La aplicación de este objetivo es una debilidad, que ha
fallado, porque una cosa es la declaración triunfalista, y otra es la realidad
en que se debate la unidad de los cristianos.
Por ejemplo, tratando de aplicar el principio de la unidad en
las bases, se organizo en la ciudad de Quito, Ecuador, el grupo de la
Fraternidad, en donde participaron líderes de las iglesias existentes en la
ciudad, se convocaban para desayunar y hablar del tema de la unidad, y planificar
actividades pertinentes, no pude juzgar
si este grupo avanzo o se estanco, porque el momento en que opte por el
matrimonio, se rompió la unidad con mi persona y ya no me invitaron.
De igual manera, participe en la fundación de la Universidad
Cristiana Latinoamericana, junto con pastores de la ciudad., con el objeto de
llevar a la práctica esta misión, pero constate que en el ámbito académico
también hubo marginación. Entonces caí en la cuenta que la unidad de los
cristianos queríamos hacerlo a nivel de los líderes de las Iglesias, cuando la
enseñanza de Nuestro Maestro Jesús se encuentra en el sermón de la montaña,
junto a la gente que le seguía.
Entonces el ecumenismo debe volver a las bases, a las
comunidades, a los grupos, mediante la evangelización constante, porque desde
allí empiezan los verdaderos cambios y las transformaciones sociales y
espirituales. Siguiendo el ejemplo de humildad y sencillez de nuestro maestro
Jesús, sin actitudes de poder y gloria.
Es doloroso contar que en la iglesia católica, apostólica,
romana, la unidad, la fraternidad, la maternidad, se ha quedado en el camino de
Emaús, porque a los presbíteros casados se nos ha marginado y se nos da un
trato especial de alejamiento, actitudes contrarias al evangelio.
De igual manera se
margina a quienes realizan una evangelización liberadora de las esclavitudes de
dominación, a las comunidades eclesiales de base, a los grupos de liberación, a
quienes quieren servir a las comunidades desinteresadamente.
No olvidemos que el anhelo de Jesús antes de irse de este
mundo fue QUE SEAN UNO
MARIO MULLO SANDOVAL
Quito, 23 de Enero 2013