Hoy en día la Teología de la Liberación ha trascendido los límites
confesionales de las Iglesias y se ha convertido en una fuerza político-social.
Además de la gran mayoría de los Presidentes latinoamericanos y el actual Presidente de la Asamblea de las Naciones
Unidas, el sacerdote nicaraguense Miguel de Escoto. Su fuerza mayor no reside en
las cátedras de los teólogos sino en las innumerables comunidades eclesiásticas
de base (sólo en Brasil existen cerca de cien mil), en los millares y millares
de círculos en los que se lee la Biblia en el contexto de la opresión social y
en las llamadas pastorales sociales, escribe Leonardo Boff, teólogo de la
liberación brasileño y coautor de la Carta de la Tierra.
En razón de su causa universal ya a inicios de los años 70 la Teología de la
Liberación era un movimiento internacional y convocaba verdaderos foros
teológicos mundiales. Se estableció un consejo editorial integrado por más de
cien teólogos latinoamericanos para compilar una sistematización teológica desde
la perspectiva de la liberación en 53 tomos. Ya se habían publicado 13 tomos
cuando el Vaticano intervino para hacer abortar el proyecto. El entonces
cardenal Joseph Ratzinger fue riguroso. Cortó de raíz un trabajo promisor y
benéfico para todas las iglesias periféricas y especialmente para los pobres.
Pasará a la historia como el cardenal -y después Papa- enemigo de la
inteligencia de los pobres.
Roma incurre en la profunda ilusión de creer que con sus documentos
doctrinarios emitidos por burocracias frías y distantes de la vida concreta de
los fieles conseguirá frenar la Teología de la Liberación. Ella nació oyendo el
grito de los pobres y hoy la conmueve el grito de la Tierra. Mientras los pobres
continúen lamentándose y la Tierra gimiendo bajo la virulencia productivista y
consumista, habrá mil razones para sentir el llamado de una interpretación
libertaria y revolucionaria de los evangelios. La Teología de la Liberación es
la respuesta a una realidad injusta y salva a la Iglesia central de su
alienación y de un cierto cinismo.