La Iglesia brasileña acusa a Temer de "dejar a millones de pobres abandonados a su suerte"
El arzobispo de Recife critica "la ambigüedad de este decreto", que "no explica motivaciones ni consecuencias"
El arzobispo de Recife critica "la ambigüedad de este decreto", que "no explica motivaciones ni consecuencias"
J. Bastante
El pasado 27 de diciembre, el presidente Michel Temer nombró a Dom Helder Cámara patrono brasileño de los Derechos Humanos. Una decisión polémica, que ha sido duramente criticada por el sucesor del obispo de los pobres, Antonio Fernando Saborido, que la considera "incoherente" y una cortina de humo para acabar con los derechos de los más pobres.
La respuesta de la Iglesia no se ha hecho esperar. En una durísima 'nota de aclaración', el arzobispo de Olinda y Recife se muestra, "en conciencia, obligado a declarar públicamente que ese decreto presidencial, para ser sincero y coherente, necesita ser acompañado por otro modo de gobernar el país y de cuidar al pueblo, especialmente a los más frágiles".
"¿Qué significa esa medida por parte un Gobierno que vació la Secretaría de Derechos Humanos y puso en riesgo todo el trabajo que se estaba haciendo en la lucha contra todo tipo de discriminaciones?", se pregunta Saborido, quien se cuestiona si otorgar este reconocimiento a Dom Helder supondrá que el Ejecutivo de Temer "dará marcha atrás en su política de reducir sustancialmente los gastos públicos en salud y educación, dejando a millones de pobres abandonados a su suerte".
"¿Cómo hablar de Derechos Humanos y relajar las reglas del control al trabajo esclavo, sujetar a los trabajadores a reglas que les son contrarias y que retiran derechos adquiridos en la Constitución de 1988?", culmina el obispo, quien no oculta su "sorpresa" por la medida del Congreso.
"Todos los brasileños que aman la justicia y el derecho están de acuerdo en que Dom Helder es nuestro patrono en la lucha pacífica por la justicia, la paz y los derechos humanos, tanto individuales como colectivos, de las minorías fragilizadas por la sociedad dominante", admite el prelado, quien critica "la ambigüedad de este decreto", que "no explica motivaciones ni consecuencias".
"Es nuestra responsabilidad de ciudadanos y de cristianos exigir de los poderes públicos coherencia en sus posicionamientos", añade Saburido, quien denuncia que la política brasileña "está tan desacreditada, porque los políticos no priman por la coherencia entre su hablar y su actuar".