MONS. GONZALO LOPEZ M.

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viernes, 27 de marzo de 2015

Francisco abre la jornada mundial de oración por la paz en Santa Marta por Santa Teresa

"Que el fuego del amor de Dios venza los incendios de guerra y de violencia que afligen a la humanidad"

Francisco besa el bastón de Santa Teresa
 (RV).- El Papa Francisco dio comienzo a la oración mundial por la paz, aceptando de corazón la propuesta de los Carmelitas Descalzos de ‘capitanear' esta iniciativa, en el marco del V Centenario de Santa Teresa de Jesús, rogando que interceda por esta súplica. En la Capilla de la Casa de Santa Marta, el Obispo de Roma pronunció la oración que dará la vuelta al mundo, gracias a la familia carmelita:

Queridos hermanos y hermanas:

Pasado mañana, 28 de marzo se celebra el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, Virgen y Doctora de la Iglesia.

A petición del P. General de la Orden de los Carmelitas Descalzos - aquí presente hoy con el Padre Vicario - en esa jornada tendrá lugar en todas las comunidades carmelitas del mundo una hora de oración por la paz. Me uno de corazón a esta iniciativa, con el fin de que el fuego del amor de Dios venza los incendios de guerra y de violencia que afligen a la humanidad y el diálogo prevalezca por doquier sobre el conflicto armado. Santa Teresa de Jesús interceda por esta nuestra súplica».

A esta oración están invitados a unirse todos los católicos, los cristianos de otras confesiones, los miembros de otras religiones y los hombres y mujeres de buena voluntad. Está inspirada en las palabras de Santa Teresa de Ávila: ‘Estase ardiendo el mundo (Teresa de Jesús, Camino de perfección 1,5) [...] al contemplar los conflictos, las guerras y las divisiones de la sociedad y la Iglesia de su tiempo, con el anhelo de presentar a Jesús la súplica de la humanidad de hoy.

Después de la oración, el Papa recibió una vela encendida ad propositum, que entregó a su vez al P. General de la Orden de los Carmelitas, Padre Saverio Cannistrá, acompañado por el Vicario General Emilio Martínez.

No es la doctrina fría la que causa alegría, sino la fe y la esperanza de encontrar a Jesús. Es triste un creyente que no sabe regocijarse. Es uno de los conceptos que el Papa Francisco expresó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

La alegría de Abraham que exulta ante la esperanza de llegar a ser padre, como se lo prometió Dios, guió la reflexión del Papa Bergoglio en que comentó las lecturas del día. Abraham es anciano, al igual que su esposa Sara, pero él cree, abre "el corazón a la esperanza" y se siente "lleno de consolación". Jesús recuerda a los Doctores de la ley que Abraham "exultó en la esperanza" de ver su día "y se sintió lleno de alegría":

"Y esto es lo que no entendían estos Doctores de la ley. No comprendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría de la esperanza; no comprendían la alegría de la alianza. ¡No entendían! No sabían regocijarse, porque habían perdido el sentido de la alegría, que sólo viene de la fe. Nuestro padre Abraham fue capaz de alegrarse porque tenía fe: fue hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. Eran Doctores de la ley, ¡pero sin fe! Es más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el amor, el amor por Dios y por el prójimo".

Francisco continuó diciendo:

Hombres sin fe, sin ley, apegados a las doctrinas

"Sólo tenían un sistema de doctrinas precisas y puntualizaban cada día que nadie debía tocarlas. Hombres sin fe, sin ley, apegados a doctrinas que también se convertían en una actitud casuística: se puede pagar el impuso a César, ¿no se puede? Esta mujer, que se casó siete veces, cuando vaya al Cielo, ¿será esposa de aquellos siete? Esta casuística... Éste era su mundo, un mundo abstracto, un mundo sin amor, un mundo sin fe, un mundo sin esperanza, un mundo sin confianza, un mundo sin Dios. ¡Y por esto no podían regocijarse!".

Ser creyente sin alegría es triste

El Papa observó con ironía que tal vez los Doctores de la ley eran capaces de divertirse, "pero sin alegría", es más "con miedo". "Ésta es la vida sin fe en Dios, sin confianza en Dios, sin esperanza en Dios". Y "su corazón estaba petrificado". "Es triste - subrayó Francisco - ser creyente sin alegría y la alegría no existe cuando no existe la fe, cuando no existe la esperanza, cuando no existe la ley sino sólo las prescripciones, la doctrina fría":

"La alegría de la fe, la alegría del Evangelio es la piedra miliar de la fe de una persona. Sin alegría aquella persona no es un verdadero creyente. Volvamos a casa, pero antes hagamos la celebración aquí con estas palabras de Jesús: ‘Abraham, su padre, exultó en la esperanza de ver mi día. Lo vio y se sintió lleno de alegría'. Y pidamos al Señor la gracia de ser exultantes en la esperanza, la gracia de poder ver el día de Jesús, cuando nos encontraremos con Él, y la gracia de la alegría".