En el segundo año de celebración de la pascua espiritual y la siembra popular de nuestro hermano Hugo, compartimos con ustedes un hermoso poema salido de su propia pluma y que fue dedicado a su abuela Rosa Inés, la humilde campesina que lo crio. Estas letras nos dicen de un hombre inmensamente sensible, bondadoso pero firme, que está sembrado en el pueblo Venezolano y Latinoamericano y ningún César, con todo su odio, nos lo podrá quitar. EQUIPO DE IGLESIA DE A PIE.
El estremecedor poema que Chávez escribió sobre el fin de sus días y el encuentro con su mamá Rosa.
Publicado el 5 de marzo de 2013. Diario República.
Hallamos en las lecturas de “Chávez Nuestro”, una de las compilaciones más emblemáticas de la biografía del Presidente Hugo Chávez, una estremecedora poesía que el mandatario nacional escribió en enero 1982, a la luz de una lamparita en su Sabaneta natal.
(Rosa Miríam Elizalde y Luis Báez).
No voy a traicionar mis orígenes
No voy a traicionar mi infancia de niño pobre en Sabaneta.
Inmediatamente después que enterramos a la abuela Rosa Inés, en enero de 1982, me fui para casa de Adán y allí, en la noche, junto a una lamparita que él tenía en su pequeño estudio, escribí un poema dedicado a ella.
Me salió de un tirón. Fue una especie de juramento ante Rosa Inés, una memoria que es para mí sagrada:
QUIZÁS algún día,
mi vieja querida,
dirija mis pasos
hacia tu recinto.
Con los brazos en alto
y con alborozo
coloque en tu tumba
una gran corona
de verdes laureles.
Sería mi victoria,
sería tu victoria,
y la de tu pueblo
y la de tu historia.
Y entonces,
por la Madre Vieja
volverán las aguas
del río Boconó,
como en otros tiempos
tus campos regó,
y por sus riberas
se oirá el canto alegre
de tu cristo fué
y el suave trinar
de tus azulejos
y la clara risa
de tu loro viejo.
Y entonces,
en tu casa vieja
tus blancas palomas
el vuelo alzarán.
Y bajo el matapalo
ladrará Guardian,
y crecerá el almendro
junto al naranjal.
Y también el ciruelo
junto al topochal
y los mandarinos junto a tu piñal
y enrojecerá
el semeruco
junto a tu rosal
y crecerá la paja
bajo tu maizal
Y entonces,
la sonrisa alegre
de tu rostro ausente,
llenará de luces
este llano caliente
y un gran cabalgar
saldrá de repente.
Y vendrán los federales
con Zamora al frente,
y el catire Páez
con sus mil valientes,
las guerrillas de Maisanta
con toda su gente.
O quizá nunca, mi vieja,
llegue tanta dicha
por este lugar
Y entonces,
solamente entonces,
al fin de mi vida,
yo vendría a buscarte,
Mamá Rosa mía,
llegaría a la tumba
y la regaría
con sudor y sangre,
y hallaría consuelo
en tu amor de madre
y te contaría
de mis desengaños
entre los mortales
Entonces,
abrirías tus brazos
y me abrazarías
cual tiempo de infante
y me arrullarías
con tu tierno canto
y me llevarías
por otros lugares
a lanzar un grito
que nunca se apague.