MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Capitalismo popular


Pedro Pierre

¡Qué palabra tan contradictoria! Si es capitalismo no puede ser popular, tal como no se puede mezclar el agua y el aceite. Tampoco el capitalismo puede tener un rostro humano porque su existencia se debe a la explotación de las personas. El capitalismo vive del lucro, es decir de la ganancia injustificada: despoja a las trabajadoras y los trabajadores de una parte de su salario, de su participación en las ganancias, de la gestión de la empresa donde trabajan, de las decisiones que las y los afectan… ¡Pronto nos harán creer en un capitalismo fraterno! “O se sirve a Dios; o se sirve al dinero”.

Solamente el socialismo puede ser popular, puede tener rostro humano, puede crear relaciones fraternas, puede organizar la autogestión… Recordemos aquí parte de la carta histórica de los obispos nicaragüenses para confirmar la participación de los cristianos en la revolución sandinista en septiembre de 1979, unos 2 meses después de su triunfo sobre la dictadura y el imperialismo yanqui.

“Si socialismo significa, como debe significar, preeminencia de los intereses de la mayoría de los nicaragüenses y un modelo de economía planificada nacionalmente solidaria y progresivamente participativa, nada tenemos que objetar. Un proyecto social que garantice el destino común de los bienes y recursos del país y permita que, sobre esta base de satisfacción de las necesidades fundamentales de todos, vaya progresando la calidad humana de la vida, nos parece justo.

Si socialismo implica una creciente disminución de las injusticias y de las tradicionales desigualdades entre las ciudades y el campo, entre la remuneración del trabajo intelectual y del manual; si significa participación del trabajador, en los productos de su trabajo, superando la alienación económica, nada hay en el cristianismo que implique contradicción con este proceso. Más bien el papa Juan Pablo II le recordó a la ONU la preocupación causada por la separación radical entre trabajo y propiedad.

Si socialismo supone poder ejercido desde la perspectiva de las grandes mayorías y compartido crecientemente por el pueblo organizado, de modo que vaya hacia una verdadera transferencia del poder hacia las clases populares, de nuevo no encontrará en la fe sino motivación y apoyo.

Si el socialismo lleva a procesos culturales que despierten la dignidad de nuestras masas y les comunique el coraje para asumir responsabilidades y exigir sus derechos, se trata de una humanización convergente con la dignidad humana que proclama nuestra fe.

El capitalismo vive del lucro, es decir de la ganancia injustificada: despoja a las trabajadoras y los trabajadores de una parte de su salario, de su participación en las ganancias...