Pedro Pierre
Podemos decir que en 8 meses el papa Francisco se ha ganado la opinión internacional por sus gestos novedosos, su presencia cariñosa y sus palabras frontales. La publicación de su ‘Exhortación: La alegría del Evangelio’ llama la atención por su mismo título, su contenido sencillo, sus llamados a dar grandes cambios eclesiales y su descalificación de la actual economía mundial mortífera.
No se han hecho esperar los comentarios favorables, como también las críticas. Frente a tal escrito han de sorprenderse los conservadores de toda índole, tanto economistas y políticos, como religiosos y espiritualistas. Para muestra, basta un botón: llama la atención la crítica que circula en YouTube de la cadena norteamericana de televisión CNN que proclama la equivocación del Papa por calificar de dictadura la actual economía de mercado.
Para resumir dicha exhortación, he aquí diez cambios que propone el Papa: Una reforma estructural de la Iglesia para que sea más descentralizada y democrática. También la reforma del papado para que el Papa no sea un rey todopoderoso sino el servidor de las necesidades de las iglesias de cada continente. Una mayor participación de los laicos en las actividades y las decisiones en todos los niveles de una Iglesia, pueblo de Dios. Un protagonismo más grande de la mujer, pero sin poder acceder al sacerdocio reservado a los varones.
Volver a una Iglesia prioritariamente misionera y solidaria de los excluidos de toda clase. Los cristianos son llamados a ser Iglesia pobre y para los pobres, instrumento de su liberación y promoción. Una Iglesia profética que denuncie los poderes opresores en cualquier parte del mundo. Una Iglesia atenta a los signos de los tiempos para responder a los mayores desafíos de hoy. Que los sacramentos lleguen a todos porque no son para los perfectos. Que la Iglesia no se parezca a una aduana, sino que sea una casa abierta donde reine la alegría.
Hans Kung, tal vez el mayor teólogo católico actual, invita a los católicos a apoyar al papa Francisco en sus propósitos para no dejar a los tradicionalistas del Vaticano y de los distintos países abortar las reformas que está emprendiendo. Invita también a colaborar en la preparación de un sínodo, es decir una reunión en Roma de obispos de todos los países, sobre el tema tan conflictivo de la familia, al final del próximo año.
Ojalá los católicos más comprometidos sepamos ayudar al papa Francisco, tal como lo dice él mismo, “a poner vino nuevo en odres nuevos”.