MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 5 de diciembre de 2013

¿Pan para hoy sin hambre para mañana?


Pedro Pierre
pedro.pierre@telegrafo.com.ec

El gran desafío de los países latinoamericanos llamados ‘progresistas’ es cómo combinar desarrollo y protección del medio ambiente. Al optar por un capitalismo social, estos países han conservado los esquemas de producción capitalista que favorece a los banqueros y las grandes corporaciones a costa del medio ambiente, sin lograr revertir significativamente la pobreza.
 
Por una parte, como nunca antes, hay una real preocupación por la defensa y promoción del entorno natural. El gran avance fue haber plasmado en la Constitución los derechos de la naturaleza que ocupan todo un capítulo, de los artículos 71 al 74. Allí constan varios derechos: “La naturaleza tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos… Toda persona, comunidad o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza… El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos, para que protejan la naturaleza… aplicará medidas de precaución y restricción de las actividades que puedan conducir a la extinción de especies, la destrucción de ecosistemas o la alteración de ciclos permanentes…”.
 
Claro, los que anteponen el capital a las personas ya han comenzado a decir que estos derechos son utópicos y que el dinero proveniente del petróleo permitirá la supresión progresiva de la pobreza. Es de preguntarse si la pobreza es solo el resultado de repartición de dinero. Desde 70 años cuántos miles de millones se han invertido en la lucha contra la pobreza. Y cuán poco ha disminuido. ¿No se combate principalmente la pobreza, por una parte, aumentando la producción de bienes para cubrir las necesidades internas y, por otra, creando puestos de trabajo con salarios justos y condiciones de vida dignas? ¿Van en esta dirección los bancos y las grandes corporaciones nacionales e internacionales en nuestro país?
 
Grande es la preocupación de la ciudadanía en general, y en particular de los jóvenes por el medio ambiente, porque se ha descubierto que, como seres humanos, somos parte y fruto de la naturaleza y del cosmos, y que su destrucción es nuestra autodestrucción.
 
¿Resistirá el Yasuní a la explotación petrolera, el comercio maderero y la extensión del turismo? Es muy dudoso.
 
Ya las primeras páginas de la Biblia nos orientan y nos dicen que somos responsables de la naturaleza que nos entregó el Creador, para cultivarla y cuidarla.