Mons. Arnulfo Romero
Una devoción liberadora
Si mañana, día de la Virgen…, las muchedumbres corren a su imagen y a vestirse el escapulario, no olviden que María es, ante todo, una mensajera profética de Cristo y que en su canto del Magníficat se acordó de los pobres, de los hambrientos y también dijo que Dios les pediría cuentas a los soberbios y a los orgullosos, a los ricos del mundo y los despediría vacíos si no se convierten a la pobreza de Dios… Una gran devoción a la Virgen, pero así, hermanos, una devoción liberadora, una devoción que nos haga aprender de María la libertad con que ella hablaba. Una devoción a la Virgen que nos haga sentir frente a Dios no para implantar nuestro modo de pensar o nuestra falsa prudencia, sino que sepa dar su cara por Cristo, cuando por la injusticia del mundo queda clavado en la cruz, y cuando todos huyen, ella se queda allí junto a Él (Homilía 15 de julio de 1979, VII p.80). [243]
Pedro Casaldáliga
ROMANCE GUADALUPANO
Señora de Guadalupe,
patrona de estas Américas:
por todos los indiecitos
que viven muriendo, ruega.
¡Y ruega gritando, madre!
La sangre que se subleva
es la sangre de tu Hijo,
derramada en esta tierra
a cañazos de injusticia
en la cruz de la miseria.
¡Ya basta de procesiones
mientras se caen las piernas!
Mientras nos falten pinochas
¡te sobran todas las velas!
Ponte la mano en la cara,
carne de india morena:
¡la tienes llena de esputos,
de mocos y de vergüenza!
¡La justicia y el amor:
ni la paz ni la violencia!
Señora de Guadalupe:
por aquellas rosas nuevas,
por esas armas quemadas,
por los muertos a la espera,
por tantos vivos muriendo,
¡salva a tu América!