Estimadísima hermana en Cristo:
Usted tiene algunas de las virtudes de las mujeres fuertes de la Biblia, pudiera haber sido una Judit o Esther, pero va camino de convertirse en una Jezabel, no por su vida escandalosa (que no la tiene), sino por su persecución implacable a los siervos de Dios y su capacidad de calumniar (1ºReyes,18,4 y 21,4 y ss.).
Nos parece encomiable que haya vuelto sus ojos a Dios, buscando consuelo a su fracasado matrimonio; valoramos que, habiendo sufrido la frustración de intentar salvar de las garras del vicio al marido que usted eligió y Dios le dio, se dedique a intentar salvar a otros por medio de la Renovación Carismática. Pero, quizás debiera analizar qué parte de responsabilidad ha tenido usted en su suerte. Haga examen de conciencia y piense si su rigidez y fundamentalismo actual no responde a sus traumas y frustraciones.
Usted no ha conocido el amor humano y por ello no comprende el amor de Dios, porque quien no ama a sus hermanos a quienes ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve? (1ª Juan, 4, 20).
Usted es digna de mejor causa, pero en su corazón ha anidado la cruz de Los Heraldos y no olvide que esa cruz termina en punta y es, por tanto, una cruz/espada que reclama violencia y, en su mitad roja, sangre. ¿No le parece que su lucha en esta “cruzada” guarda relación con sus tribulaciones?
Debería emplear sus labios y boca para cantar alabanzas al Espíritu Santo, no lanzar vituperios, insultos, maldiciones y amenazas! ¡Qué tristeza da ver lo que ha cambiado, de ser fiel y devota de Mons. Gonzalo a calumniarlo sin vergüenza ni control! Recuerde que lo que hay en el corazón es lo que sale por la boca… Y de la suya están saliendo sapos y culebras desde hace rato.
Quizás se crea importante, pero está siendo un mero títere en manos de los Heraldos, el nuncio y Arregui, un mero monigote al que manipulan y del que prescindirán en cuanto ya no les sea útil. Se dará cuenta más pronto que tarde el papelito que está jugando en sus planes siniestros. Le faltará vida para arrepentirse y pedir perdón. Dese cuenta, ya se está quedando sola, hasta en su casa están hartos.
De los carismas del Espíritu, parece que a usted sólo le ha tocado el de lengua….¡viperina! El de profecía no lo debe tener muy afinado si es que aún espera que regresen sus queridos y añorados Heraldos. Tampoco parece andar muy sobrada en los 7 dones del Espíritu Santo. Ciertamente no muestra sabiduría, entendimiento, ciencia o consejo, tampoco piedad y nada, pero nada, nada de fortaleza o temor de Dios.
Quizás debiera volver a las fuentes de la auténtica renovación carismática y dejarse de veleidades heráldicas.