MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

martes, 10 de abril de 2018

Padre Pedro Pierre: “RESUCITARÉ EN EL PUEBLO…”


Padre Pedro Pierre

Desde su asesinato en 1980, monseñor Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, había sido reconocido santo por los cristianos latinoamericanos. Recién el Vaticano decidió confirmar este reconocimiento popular. Ha calificado su asesinato de ‘crimen de odio a la fe cristiana’ y lo presenta como ejemplo de pastor solidario con los pobres y atropellados, hasta el martirio.

Hace poco el papa Francisco hizo un comentario muy llamativo: “Mártir antes y después de su asesinato”. Veamos: “El martirio de monseñor Romero no fue puntual en el momento de su muerte. Fue un martirio, testimonio de sufrimiento anterior, persecución anterior, hasta su muerte, pero también posterior, porque, una vez muerto, -yo era sacerdote joven y fui testigo de eso-, una vez muerto, fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y el episcopado. No hablo de oídas; he escuchado esas cosas, o sea, que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir -bueno, ahora yo creo que casi ninguno se atreve-, pero que, después de haber dado su vida, siguió dándola, dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias. Eso da fuerza. Sólo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces a personas que han dado su vida o han muerto, se las sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”.

Así es la Semana Santa: pasión, muerte y resurrección, ayer con Jesús, hoy con monseñor Romero y cuántos más mártires latinoamericanos que fueron y siguen siendo asesinados por defender a los pobres, ‘calumniados, difamados, ensuciados hasta después de su muerte’. La resurrección de Jesús nos hace decir que “creían haberlos matado, pero son más vivos que nunca”. Decía monseñor Romero: “Si me matan, resucitaré en el pueblo…”Que estos testimonios sean semillas de mujeres y varones valientes, en particular entre los jóvenes, como acaba de decirlo el mismo papa Francisco: “¡Necesitamos jóvenes profetas que hagan soñar a los ancianos!”.