MONS. GONZALO LOPEZ M.

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lunes, 30 de abril de 2018

Padre Pedro Pierre: EL PROFETA ASESINADO


Padre Pedro Pierre

Es en este mes se recuerda en todos los continentes los 50 años el asesinato del pastor negro, Martín Luther King, el mayor profeta norteamericano. Tenía apenas 39 años. Su liderazgo y su muerte consiguieron, sin violencia, que en Estados Unidos los negros fueran reconocidos ciudadanos iguales a los blancos y que terminara -a lo menos se redujera significativamente en las leyes- la discriminación racial. Decía: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. Felizmente por esos años me habían regalado un de sus libros “La fuerza del amor” del que me quedó la siguiente afirmación: “El odio no suprime el odio. Sólo el amor lo logrará”.

En 1964 había sido honrado con el Premio Nobel de la Paz, por su defensa de sus hermanos de raza y su opción por la no violencia activa y colectiva. “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”. Ya en el 2006, en una conferencia pronunciada en la Universidad Howard (Washington) había afirmado: "Este país se fundó y está dirigido según un principio racista: Creemos en la superioridad blanca y en la inferioridad negra... más que en el propio Dios". En 1963, 6 años antes de su asesinato, había pronunciado en Washington, capital de los Estados Unidos, delante de 250,000 personas, su famoso discurso mundialmente conocido por su lema: “I have a dream”, o sea, “Tengo un sueño”.

“Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad. Tengo un sueño: que un día incluso el estado de Mississippi, un estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y justicia… Ésta es nuestra esperanza.”

Comprometámonos con lo que solía repetir: “La protesta no violenta es la más eficaz de las armas de los oprimidos”.