Juan J. Paz y Miño Cepeda
En América Latina habrá elecciones presidenciales en Brasil (octubre 5), Bolivia (octubre 12) y Uruguay (octubre 26); y en 2015 en Argentina. Inquieta la posibilidad de que la “socialista” Marina Silva venza a Dilma Rousseff, con lo cual terminarían 12 años de hegemonía del Partido de los Trabajadores. En Bolivia luce indetenible el triunfo de Evo Morales. Parece segura la victoria de Tabaré Vásquez en Uruguay. Nada está claro en Argentina. Pero inquietan las elecciones legislativas de Venezuela en 2015.
Aunque todavía es temprano para delimitar tendencias, la sucesión presidencial de 2017 en Ecuador ha comenzado a calentar el escenario político.
Hay que tomar en cuenta que el gobierno de Rafael Correa inició un nuevo ciclo histórico. Sin embargo, van quedando claras dos fases: durante la primera (2007-2013) se impuso la rápida transformación institucional, económica, política y social del país. Pero desde 2013, con el nuevo período presidencial, va perfilándose la segunda fase, en la que se acentúan contradicciones, dogmatismos y errores.
Las elecciones del pasado 23 de febrero fueron una alerta, pues se habían acumulado reacciones que convergieron en una especie de “voto-castigo”, que provocó que Alianza PAIS perdiera varias alcaldías y sobre todo la de Quito. Aunque el presidente Correa minimizó ese revés, también reconoció el daño del “sectarismo”.
Con el paso de los meses quedan dudas sobre los avances. Porque si bien es cierto que en la economía se ha afirmado un tipo de “capitalismo social” inédito en América Latina y que se demuestra válido como transición hacia el “socialismo del siglo XXI”, hay sectores que han acumulado frustraciones y desengaños sobre la segunda fase iniciada en 2013, cuyas consecuencias políticas son impredecibles, a pesar del enorme reconocimiento social que existe para el presidente Correa.
En ese marco, la “restauración conservadora” (que no es nueva) se ha acelerado, porque intuye que ahora puede sacar mejor provecho. Por eso, sus voceros llaman a un gran frente del que no excluyen a las izquierdas opositoras; proponen detener las enmiendas constitucionales y evitar una tercera reelección presidencial; y llaman a “descorreizar” la sociedad y echar abajo la Constitución de 2008 con una nueva Asamblea Constituyente, como lo ha planteado, sin escrúpulos, el exbanquero Guillermo Lasso, el más visible precandidato de las derechas oligárquicas, que además pretende adelantarse a la gestación de una nueva derecha, que se perfila en torno a Mauricio Rodas, Alcalde Quito. Ahora también convergen las reuniones de antiguos políticos de la “partidocracia” y hasta se reúnen los alcaldes de oposición.
La restauración conservadora es un peligro para Ecuador. Pero tendrá posibilidades de actuar en la medida en que persistan, sin querer advertirlo, las intemperancias, imposiciones, sectarismos, arrogancias y hasta errores en los distintos niveles del manejo del Estado, que solo acumulan daños contra el propio gobierno.
Ecuador, lunes 15 de septiembre de 2014
- Juan J. Paz y Miño Cepeda, historiador ecuatoriano, es coordinador del Taller de Historia Económica. http://puce.the.pazymino.com