Pedro Pierre
Se dice que la verdad sale de la boca de los niños. He aquí el resultado de una encuesta hecha entre las y los niños preguntándoles lo que les hacía felices. Sus respuestas pueden iluminarnos en nuestra búsqueda adulta de felicidad.
“Soy feliz cuando estoy con mi familia y con Dios que siento en mi corazón” – “Yo soy feliz de poder ir a la escuela” – “La naturaleza me hace feliz, sentirme cercano con la naturaleza” – “ Soy feliz cuando juego con los animales de la casa porque me quieren” – “Soy feliz cuando hablo con mi amiga y también cuando bailo: esto me hace sentir llena de vida” – “A mí me hacen feliz la libertad, la vida, las sonrisas y los momentos sencillos. Con Jesús siento que la vida es linda, aunque no siempre fácil” – “Lo que me hace feliz es cuando doy de mi tiempo y de la amistad a los demás. También cuando comparto con alguien que necesita”…
Y nosotras y nosotros, ¿nos detenemos de vez en cuando para preguntarnos qué es lo que nos hace feliz de verdad? ¿O nos dejamos llevar por la rutina del ‘trabajar, comer y dormir’ o comprar siempre más y más pensando que las muchas cosas con las que llenamos nuestra casa nos van a hacer felices? ¿Sabemos tomar tiempos para discernir en unos momentos de silencio, o conversando en casa y con las amistades?
El papa Francisco nos repite una y otra vez: “Sepan discernir”. Para vivir de verdad y no correr para una felicidad del mañana, es hoy y ahora que hay que lograr ser felices. Aprender a discernir es un camino con 4 etapas. Primero: Escuchar a nuestro corazón, a nuestros sentimientos. ¿Lo que busco me angustia, me pone nervioso o me da paz, tranquilidad? Esa es la etapa de la serenidad. Segundo: Escuchar la opinión de los demás. ¿Sé conversar con otros de lo que deseo conseguir? No me darán la solución, pero sí irán iluminándome en algo. Esa es la etapa del diálogo. Tercero: Mirar desde los acontecimientos. ¿Qué pasa a mi alrededor relacionado con lo que busco? Tomando tal decisión, ¿con quiénes me voy identificando y a quiénes va a beneficiar? Esa es la tercera etapa, o sea la escucha. Cuarta y última etapa: Referirse a Jesús, ¿por qué no? ¿Ha hablado Jesús de lo que busco o la Palabra de Dios tiene algo que ver con lo que deseo? Seguramente allí hay también orientaciones que recibir.
Es cierto que a veces habrá que nadar a contracorriente… Nos puede parecer más fácil hacer como el montón, seguir la moda del momento, no hacerse tantas preguntas, creer que solo podemos lograr muchas cosas… Mas, con el tiempo, vamos dándonos cuenta de que la vida no se detiene y la felicidad se merece ¡Ojalá sepamos conservar un corazón de niño, maravillarnos con la naturaleza, detenernos frente a un sabio consejo, mirar a Dios adentro de nosotros.
Recordemos las palabras -me parece- de León Tolstói: “No hay otra manera de ser feliz que de vivir por los demás”. Y juntarnos para hacer felices a los demás. Volvamos a lo esencial: el momento de ser feliz es ahora. ¿Por qué no intentarlo de una vez?