Un aniversario vergonzoso
Jaime Galarza Zavala
Acaban de cumplirse 38 años de un hecho incalificable, uno de los peores cometidos por un gobierno ecuatoriano: el apresamiento de una veintena de obispos católicos latinoamericanos, reunidos en la ciudad de Riobamba para escuchar la sabia palabra de monseñor Leonidas Proaño, intercambiar experiencias pastorales y darle nueva vida a la doctrina del Rabí de Galilea, tan venida a menos en aquellos días.
Convocados de modo legal, legítimo y público, los prelados iniciaron su certamen de reflexión en Santa Cruz el 9 de agosto de 1976, cuando el viernes 13 irrumpieron violentamente decenas de policías fuertemente armados y procedieron al apresamiento de los obispos en forma insolente, arrebatándoles los documentos que portaban y negándoles toda explicación. Inmovilizados en los vehículos policiales, fueron conducidos en cinco horas de largo peregrinaje hasta el Regimiento Quito, en la capital, donde quedaron incomunicados.
Naturalmente, a la cabeza de los prisioneros se hallaba Leonidas Proaño, el ‘Obispo de los Pobres’, acompañado de su fiel y preclaro vicario Agustín Bravo, y de prelados que en sus respectivos países eran objeto de admiración y respeto, como Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, México. Fue necesario que se alzaran voces de protesta en todo el Ecuador y que interviniera la Santa Sede -aunque siempre demorada- para que los obispos fueran liberados, aunque de hecho el evento se suspendió.
¿Quiénes gobernaban entonces nuestro país? Los ‘triunviros’: almirante Alfredo Poveda Burbano, general Guillermo Durán Arcentales y general Leoro Franco. Un gobierno nacido de un golpe de Estado propiciado por la Texaco (Chevron) contra el régimen nacionalista del general Guillermo Rodríguez Lara, y en cuyos mandos vinieron a destacarse notorios agentes de la CIA, que rodeaban a Durán Arcentales. Además de volcar al país por el despeñadero de la corrupción y devolver privilegios a los dinosaurios petroleros, los ‘triunviros’ traían en su agenda la decisión de impedir el retorno constitucional, de común acuerdo con la derecha oligárquica, comandada por León Febres-Cordero. La aplicación de esta agenda significó poco después el asesinato del economista Abdón Calderón Muñoz, líder de corte liberal que había declarado su abierto apoyo al candidato progresista Jaime Roldós Aguilera, temido por el régimen y por la derecha oligárquica. Lo demás, ya es historia.
Es importante recordar que poco antes de este vergonzoso suceso, en 1975, los mandos militares del continente, dirigidos desde Washington, crearon el Plan Cóndor de cooperación entre los gobiernos represivos de entonces y las cúpulas castrenses, en aplicación del cual se formaron lagos de sangre en nuestros países, con poblaciones masacradas por escuadrones de la muerte, desaparecidos, fusilados y bebés secuestrados, una vez que fueron degolladas sus madres. Era el imperio del terror a todo nivel, en todas partes. Poco después de esta vergonzosa historia de Santa Cruz, las mismas fuerzas tenebrosas asesinaban en El Salvador al obispo Arnulfo Romero, mártir de la fe cristiana y de la humanidad.
También frente a esta vergonzosa historia debe aplicarse el lema ‘Prohibido olvidar’ que promueve para temas trascendentales el presidente Rafael Correa. La ‘restauración conservadora’ cuenta entre sus filas al Opus Dei y a las jerarquías católicas que en vida odiaron a los verdaderos cristianos, entre los cuales caminó y camina con antorcha propia monseñor Leonidas Proaño.