Sergio Rodríguez Gelfenstein
Según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) el más prestigioso centro de investigaciones sobre desarrollo de armamento, gasto militar, comercio de armas y seguridad internacional en todo el planeta, de los 15 países con mayor gasto militar como por ciento de su PIB en 2013, 10 están en el Medio Oriente y el norte de África. Los más altos son los de Omán con 11,3%, Arabia Saudita con 9,3%, Afganistán con 6,3% e Israel con 5,6%. Tienen en común ser aliados cercanos de Estados Unidos.
Así mismo, mientras el presupuesto militar se redujo en 2013 en un 2% en todo el mundo, lo que incluye disminuciones de 7% en las Américas y 1% en Europa, en África creció 8%, 3% en Asia y Oceanía y 3% en el Medio Oriente.
El presupuesto militar de Estados Unidos el año pasado fue de 640 mil millones de dólares, el de China, 188 mil millones y el de Rusia 88 mil millones. El de los dos grandes países de Europa y Asia juntos no llegó ni a la mitad del de la potencia norteamericana.
Tal vez eso explica, porque es necesario conservar el conflicto en esas regiones del planeta. Si hubiera paz, los vendedores de armas disminuirían su negocio afectando considerablemente la economía de sus países. Y en cosa de negocios no hay ética que valga, se le vende por igual a Israel de un lado y a Arabia Saudita y Omán, además de Bahréin, Irak, Jordania, Líbano y Marruecos de otro, países que son técnicamente adversarios de la entidad sionista y están entre los mayores compradores de armas en el mundo. Por eso es una falacia hablar de conflicto árabe-israelí. El genocidio del pueblo palestino parte de la necesidad de Estados Unidos de mantener un conflicto que sostenga e incremente la venta de armas. Israel es el instrumento estadounidense para amparar esta inmoral situación y las monarquías árabes son sus cómplices.
Israel tuvo un gasto militar de 2037 dólares per cápita en 2013. Sólo fue superado en ese rubro por Omán con 2902 y Arabia Saudita con 2261. El de Estados Unidos fue de 2033 dólares, el de Rusia de 621 y el de China 138,5.
El último porta avión de la clase Ford de Estados Unidos fue botado al mar en noviembre de 2013. Costó 12 mil millones de dólares. Un bombardero B-2 cuesta 400 millones, un caza bombardero F-22 Raptor 350 millones y el avión caza de cuarta generación F-18 Hornet 94 millones. La guerra en Irak desde marzo de 2003 hasta diciembre de 2011 le costó a los contribuyentes de Estados Unidos 845 mil millones de dólares.
Un hospital pediátrico infantil cuesta 70 millones de dólares. Su mantenimiento anual una cifra similar. Con el valor de un porta avión se podrían construir 100 hospitales de este tipo garantizando su mantenimiento durante 70 años.
La OMS ha solicitado 100 millones de dólares para combatir el ébola. En un acto de extrema generosidad Europa ha donado 5,9 millones de euros entre abril y julio para la lucha contra la epidemia. Bastaría dejar de hacer un F-18 y destinar esos recursos a la OMS para eliminar ese terrible mal.
Haití necesitaba 9 mil millones dólares para subsanar las consecuencias del terremoto de enero de 2010. Si las tropas de Estados Unidos se hubieran retirado de Irak un mes antes y el dinero se hubiera enviado al desolado país caribeño, éste podría haber cubierto las abrumadoras necesidades de su población. Hasta el momento, y después de 4 años y medio, el mundo sólo ha enviado 4.3 mil millones dólares.
Se entiende ahora ¿por qué el genocidio palestino?, ¿por qué el ébola se sigue propagando?, ¿por qué Haití no puede superar las secuelas del terremoto? Hoy son los palestinos, los haitianos y los pueblos del África Occidental. Mañana puede ser cualquiera de nosotros. El capital es implacable.