Pedro Pierre
Asistimos horrorizados e impotentes a las masacres israelíes de los palestinos en Gaza con las complicidades europeo-norteamericanas. ¿Será cierto que los seres humanos somos incapaces de hacer frente a esta realidad diabólica que San Pablo llamaba en su tiempo el ‘misterio de iniquidad’? ¿Dónde estamos los cristianos para testimoniar la victoria de la resurrección? Pareciera que el Dragón del Apocalipsis, vencido por las fuerzas divinas, resurge una y otra vez, más maléfico que nunca.
Frente al engaño y la hipocresía de los grandes medios de comunicación, controlados internacionalmente por la industria y el negocio del armamento, recordemos al profeta Habacuc. En su tiempo, este profeta poco conocido se quejaba de Dios: “¿Por qué me haces ver la injusticia y te quedas mirando la opresión…? Cómo los malvados tienen atemorizados a los buenos: el derecho es más torcido que nunca… Creen que su fuerza es un dios. Ay de aquel que amontona sin parar las cosas que son de otros. Ay del que construye una casa a base de sangre y funda un pueblo con medios injustos”.
Toda esta situación nos exige confirmar los caminos y las alternativas que estamos construyendo en múltiples grupos que buscamos una coordinación siempre más amplia frente a la globalización del mal. Contra la violencia arrasadora en Palestina, tenemos que fortalecer entre nosotros las acciones colectivas no violentas. No es suficiente indignarnos, denunciar, protestar; hay que empezar a vivir controlando y superando nuestras propias actitudes y acciones violentas. No podemos exigir a otros, y lo que es más: a gobiernos y Estados, lo que nosotros no somos capaces de vivir individual y colectivamente. Confirmemos nuestra solidaridad en actividades colectivas no violentas que construyan relaciones de respeto y de fraternidad entre los pueblos.
Tampoco basta encolerizarse un momento y luego continuar como que si nada. No basta denunciar, pero viviendo las mismas incoherencias que denunciamos. Ya Gandhi lo decía: “Incansablemente hacer ver las injusticias”… Ayudémonos a ser astutos y creativos para hacer visibles las injusticias y vivir y convivir en armonía. No podemos levantar la mano en rebeldía y con la otra tapar nuestras incorrecciones.
El camino de Jesús de compasión, rebeldía y entrega por la fraternidad y la justicia sin frontera y de otros grandes profetas es más válido y actual que nunca: ya muchos, por no decir muchedumbre, han emprendido este camino. ¡Fortalezcámonos en esta fidelidad fructífera!