Pedro Pierre
En estos días se está realizando en el Vaticano un sínodo sobre la familia que ha levantado muchas expectativas y algunas polémicas. El tema propuesto por el papa Francisco es: "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la Evangelización". Ya a finales del año pasado, -hecho insólito y prometedor- el papa Francisco enviaba un cuestionario a los católicos para que le informaran de sus opiniones sobre las situaciones que giran en torno a la familia. De las respuestas se sacó un resumen que sirve de texto base para las actuales conversaciones sobre dicho tema.
La doctrina católica sobre la familia y la sexualidad es bastante negativa: con puntos de vista muy cerrados, muchas condenas y muchos sufrimientos de parte de los católicos que buscan una guía misericordiosa y esperanzadora. Por otra parte, un obispo belga, Johan Bonny, obispo de Amberes, publicó el mes pasado unas reflexiones pertinentes sobre el sínodo y las falencias de las que adolece la doctrina católica.
Se refiere "a la manera como esta materia ha sido ampliamente retirada de la colegialidad de los obispos y vinculada casi exclusivamente al primado del obispo de Roma", contrariamente a la práctica del concilio Vaticano 2°. Recuerda el obispo que el mismo concilio insistió en la importancia de la voz de la conciencia de cada persona: "Es necesario reconocer, según la doctrina tradicional, que la última regla práctica está dictada por la conciencia debidamente iluminada… y que el juicio sobre la oportunidad de una nueva transmisión de la vida pertenece en última instancia a los mismos esposos que deben decidir delante de Dios". Luego dicho obispo invita a tener en cuenta "la luz del conjunto de la tradición de la Iglesia…" para no limitarse "solamente a un solo período, un solo Papa, una sola escuela de teología moral". Reconoce también que la ley natural es "una fuente de inspiración…", pero que "la ética cristiana necesita más espacio para juzgar y decidir qué es lo que permite una aproximación estática de la ley natural. Este espacio más amplio no debe inventarse; ya existe. Se puede trabajar con los materiales que nos ofrece nuestra tradición bíblica y teológica, tanto moral como pastoral". Otro aspecto que aborda el obispo es la escucha del sentido de fe de los católicos en general y retoma allí lo que escribió del papa Francisco en su Carta Pastoral 'La alegría del Evangelio': "La presencia del Espíritu otorga a los cristianos una cierta connaturalidad con las realidades divinas y una sabiduría que les permita captarlas intuitivamente, aunque no tengan el instrumental adecuado para expresarlas con precisión". Termina monseñor Johan Bonny deseando que la Iglesia se vuelva "compañera de camino (y) un hogar y una escuela de comunión".
Que estas sabias reflexiones nos ayuden a comprender las próximas orientaciones del sínodo a la luz de la misión del mismo Jesús, según las palabras del mismo papa Francisco: "El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura".