Pedro Pierre
¡Hecho inédito en el Vaticano!: el papa Francisco se reunirá con los movimientos populares al fin de este mes de octubre. Teníamos la costumbre de que solo los grandes personajes se entrevistaban con el Papa. Pero con el papa Francisco, las cosas están cambiando en el Vaticano: venido de América Latina, el Papa es más atento a los pobres y busca apoyar sus causas.
Se trata del ‘Encuentro Mundial de Movimientos Populares’. Tendrá lugar del 27 al 29 de octubre. Dice la noticia: “El objetivo es reunir a representantes de organizaciones sociales de todo el mundo y de miembros eclesiásticos para que, juntos, vislumbren nuevos caminos de inclusión social. Están invitados dirigentes de organizaciones de trabajadores excluidos e informales, migrantes, jóvenes marginados, agricultores, familiares y campesinos sin tierra, habitantes de asentamientos urbanos informales y de zonas marginadas. En el espacio se dará especial prioridad a los jóvenes y a las mujeres, que en muchos casos sufren múltiples injusticias. Para el evento también están invitados obispos y agentes pastorales, que acompañan a los movimientos sociales o a personas que sufren exclusión. Se espera que participen cerca de 150 representantes de las luchas sociales, 100 de ellos oriundos de organizaciones populares de diferentes continentes, 30 obispos de varias partes del mundo y otros 20 de la Iglesia local y de la Curia Romana”.
“Es un deseo de la Iglesia el hacer propias las necesidades de aquellos que sufren marginación y exclusión, y que con diversas iniciativas buscan ser protagonistas de un cambio social que permita la edificación de un mundo más justo”, se expone en la invitación al encuentro.
Si miramos bien la práctica de Jesús, descubriremos que el papa Francisco no está muy lejos de sus propósitos. Primero Jesús aclaró que venía para hacer realidad el Reino de Dios: “El Espíritu de Dios está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”. En su ministerio de profeta del Reino, Jesús no habló tanto del pecado sino de sufrimiento. Hizo “propias las necesidades de aquellos que sufren marginación y exclusión” tanto de parte de la sociedad como de la religión. Más todavía: Jesús empezó a construir el Reino a partir de los pobres, buscando que sean “protagonistas de un cambio”: cambio personal, cambio social, cambio religioso.
Es también lo que confirmaron los obispos latinoamericanos en sus reuniones periódicas: “Invitamos a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo”.
Estemos atentos al desarrollo y a las conclusiones de este encuentro poco común para animarnos a fortalecer o emprender caminos de organización y alternativas de cambios, tanto en la sociedad como en nuestra Iglesia.