MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 2 de octubre de 2014

Concertación


Pedro Pierre

El alza de los pasajes del transporte urbano siempre levanta mucha polémica. Lo vemos en el caso de Guayaquil entre el alcalde y el gobierno que se lanzan la pelota el uno al otro. Hasta piden informe técnico hecho por alguna universidad… ¡Qué bien! Pero, ¿y los ciudadanos de a pie? ¿Y los estudiantes? Ya en la huelga obrera del 19 de septiembre pasado, las protestas por el alza de los pasajes no faltaron como tampoco los detenidos. ¿No está preparando nuevas manifestaciones estudiantiles esta situación? Seguramente.

Un camino de solución es la concertación: concertación con los movimientos estudiantiles y concertación con la ciudadanía. El proceso de redacción de la Asamblea Constituyente nos acostumbró a opinar, juntar nuestras propuestas y exponerlas en dicha Asamblea. La experiencia de estos últimos años nos hace ver que si una ley no está socializada encuentra bastante resistencia hasta que se escuchen los interesados.

Los transportistas urbanos y los taxistas, en su inmensa mayoría, son los gremios que buscan aumentar sus intereses y ganancias a costa de lo que sea y cueste lo que le cueste al ciudadano llano. Poco saben de la concertación y del diálogo, y mucho del atropello y del atraco. Ellos han creado esta supuesta necesidad de aumentar los pasajes a pesar de todas las facilidades y subsidios que les ha dado el gobierno. ¿Quién controla esta situación y pone cartas en el asunto para decir públicamente la real situación del transporte urbano? Quiénes vamos a pagar los platos rotos vamos a ser los simples ciudadanos… y la resistencia se va a organizar con manifestaciones, paralizaciones, bombas lacrimógenas, apaleados por la policía y nuevos presos… el cuento de nunca acabar con el desgaste correspondiente.

Pero es de preguntarse cómo estamos organizados o desorganizados los ciudadanos… Criticar y gritar, eso lo sabemos hacer de sobra. Pero no somos capaces de relacionarnos entre vecinos, de sentarnos para conversar, de elaborar propuestas, incidir en las decisiones locales, provinciales y nacionales.

La experiencia del pueblo de Jesús nos puede ayudar. Por haber sacado a su pueblo de la esclavitud de Egipto, Moisés pensaba que era capaz de resolver todos los problemas, pequeños y grandes. Fue su suegro, un tal Jetró quien le hizo reconocer su mal actuación y le propuso practicar lo que llamamos hoy el principio de subsidiariedad: cada grupo resuelve sus problemas y su colaboración y cuando no puede acude a la autoridad superior. “No es lo mejor como tú lo estás haciendo… Elige entre los hombres del pueblo algunos que sean valiosos y que teman a Dios, hombres íntegros y que no se dejen sobornar, y los pondrás al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta o de diez. Ellos harán de jueces para tu pueblo a cualquier hora; te presentarán los asuntos más graves, pero decidirán ellos mismos en los asuntos de menos importancia”.

Bien podríamos sacar lecciones de esta experiencia bíblica, ¿no les parece?