El cáncer aleja de la vida pública al experto en temas de sociología rural, comercio internacional y libertades; su legado es reconocido dentro y fuera de Ecuador.
A Manuel Chiriboga Vega, especialista en sociología rural y comercio internacional, pese al cáncer terminal que sufre y que en el último mes lo obligó a retirarse de la vida pública, fuerzas no le faltan para decir: “Seguimos con el entusiasmo de siempre”. Frente a ello, personas que lo conocen como Magali Preja López le escribieron en Facebook: “Usted tiene mucho que dar y enseñar... hágale la lucha Sr. Chiriboga”.
Chiriboga exterioriza su buen ánimo, incluso, cuando sale de las dolorosas quimioterapias en Solca. Y es que la enfermedad ha avanzado a tal punto que cambió radicalmente la rutina de vida de este padre de 3 hijos, hincha de la LDU-Q.
Hace 15 días dejó el departamento donde vivió durante décadas, al norte de Quito. Se mudó al valle de Cumbayá, al nororiente de la ciudad, en donde el clima cálido y la menor altura con respecto a la capital posiblemente le hagan depender menos del oxígeno artificial que carga desde hace algún tiempo.
Sus amigos, desde ya, extrañan su sencillez, amabilidad y buen sentido del humor. Uno de ellos es Édison, conserje del edificio Hidalgo de Pinto, signado con el número 171 y situado en un lugar que goza de una vista espectacular de la ciudad.
Desde hace más de una década que Édison trabaja allí, ha visto a “mi doctor Chiriboga” salir y entrar alegre de su departamento ubicado en el segundo piso, el cual ahora está vacío porque el cáncer lo obligó junto con su esposa Amarilis y su fiel empleada Rosario, a mudarse.
“¿Me va a extrañar?, me preguntó cuando se fue. Yo le contesté: ¡claro mi doctor!, usted es buena persona. Se sonrió y dijo: Édison, ya no va a tener con quién bromear ni pelear, me voy”, contó el conserje.
Ocho años ha luchado contra el cáncer este quiteño amante del campo, sociólogo, investigador del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp) y director del Observatorio de Comercio Exterior, quien ha aportado con sus conocimientos a Ecuador. “Este tiempo ha sido una experiencia total de cariño: tanto de familiares como de nuevos amigos en Solca, entre ellos, pacientes, médicos y enfermeras”, señaló públicamente.
En diario El Universo escribía sus artículos de opinión. Publicó el último el 13 de julio pasado y lo tituló ‘Despedida’. Allí contó que ha entrado en la fase terminal de su enfermedad, pero “... estoy en paz con mi vida y lo que he vivido. No sé cuánto tiempo tengo, pero ello no me preocupa. Solo una palabra final para recordar mis amores y creencias, el campo y lo rural, el trabajo, la capacidad de pensar y razonar, la pasión por lo que hago, el convencimiento sobre la centralidad de las libertades, la importancia de la sociedad civil y que espero mantener hasta el final, ese es mi bagaje”.
José Alejandro De la Paz, el 17 de julio le escribió en Facebook: “Querido Manuel, leí tu Despedida del domingo, eres un ejemplo de dignidad y de vida, ¡sigue adelante!”.
Los lectores reconocen en los artículos de Chiriboga la lucidez al escribir sobre temas del agro, el comercio exterior y las libertades.
En la Revista brasileña Fórum, en su edición de diciembre de 2013, Chiriboga afirmó que su abuelo fue quien lo indujo al mundo de la lectura desde niño y, al mismo tiempo, lo motivó para la investigación. Por este interés, recibió de él su amplia biblioteca, como una gran herencia.
Debido a la actividad diplomática de su padre vivió entre EE.UU. y Europa, en donde conoció otras circunstancias de vida que le sirvieron para compararlas con Ecuador. Su avidez por conocer el porqué de las cosas lo llevó a realizar estudios en varias especialidades; tiene un diploma en Economía del Desarrollo por el Instituto de Países en Vías de Desarrollo y es sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina.
Laboró en programas de desarrollo comunitario al sur del país. Investigó la estructura agraria a través de la historia. Debido a la temprana inserción de Ecuador en el mercado mundial, gracias al cacao, estudió y entendió cómo se generaron conflictos de clases en torno a la producción y exportación agrícola. Recoge esta experiencia en el libro Jornaleros y Grandes Propietarios en 135 Años de Exportación Cacaotera.
Por pedido del expresidente Jaime Roldós Aguilera creó la Secretaría Nacional de Desarrollo Rural Integral, primera institución especializada en el desarrollo de ese sector. Pero al fallecer el mandatario, regresó a la investigación.
Presidió la Comisión de Estudios Rurales del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, en la que desarrolló estudios sobre la estructura social agraria, la lucha contra la pobreza rural, las políticas públicas, los movimientos sociales, entre otros temas que fueron plasmados en la publicación titulada La Cuestión Agraria en el Ecuador. En esa misma etapa coordinó una serie de estudios sobre estrategias de vida rural en África y América Latina.
Ha publicado 8 libros y escrito decenas de artículos para revistas e impresos sobre temas de historia económica, agricultura y desarrollo rural, ONG y movimientos sociales. En 2008 recibió de la Flacso el premio Pío Jaramillo Alvarado, por su contribución al desarrollo de las ciencias sociales ecuatorianas.
En 1995 asumió la dirección de la Asociación Latinoamericana de Organizaciones de Promoción al Desarrollo (ALOP), en un período donde se afianzan las democracias en la región con más protagonismo de la sociedad civil y de las ONG. Desde 2003 es investigador principal del Rimisp y director ejecutivo del Observatorio de Comercio Exterior.
El 10 de junio de 2003, en una de sus exposiciones públicas resaltó lo que le haría bien al país: “La construcción de una estrategia de desarrollo humano y sustentable centrada en la equidad, la justicia social y la calidad de vida...” Y es que según él, la pobreza rural tiene diversas caras, pero casi todas ellas excluyen al ser humano de los satisfactores de sus necesidades humanas, del acceso a las oportunidades sociales y de las posibilidades de realizar sus capacidades y talentos. “No todos los pobres son igualmente pobres, los pobres del campo son principalmente niños, mujeres, indígenas y los afroecuatorianos”.
Considera que “el desarrollo humano y sustentable se refiere al aumento del bienestar de toda la sociedad, lo que nos lleva a pensar en justicia distributiva, libertades políticas, derechos civiles, oportunidades sociales, vínculos de solidaridad, cuidado ambiental, responsabilidad social, transparencia en la gestión pública, solidaridad, identidad y participación social”.
El brasileño Joao Torrens, en la revista Fórum destacó el año pasado: “Se podría decir que Manuel Chiriboga, a partir del estudio de los conflictos sociales de la ruralidad, del rigor en la investigación de los fenómenos globales y regionales, y desde una gran sensibilidad frente a la inequidad entre los actores de los procesos productivos agrarios, se ha convertido en referente de nuestro tiempo, que nos motiva a comprometernos seriamente con el desarrollo rural, ya que considera al extractivismo de los recursos no renovables como una ‘adicción’ de los gobiernos, que impide la exploración de nuevas fuentes de desarrollo. Le apuesta al desarrollo del talento humano como el componente más importante en el cambio de la matriz productiva, en un marco de relaciones equitativas entre los actores sociales y bajo las normativas de políticas públicas coherentes”.