Pedro Pierre
Siempre duelen estas matanzas repetidas en Palestina. ¿Hasta cuándo? Uno se pregunta: ¿Cuándo habrá suficientes presiones del pueblo judío, de los demás países y de nosotros mismos para que el Gobierno de Israel se siente a firmar y emprender la paz con el pueblo palestino?
Recién el papa Francisco ha hecho un viaje a Jordania, Palestina e Israel para aportar su parte al proceso de paz en esta región. Además, ha invitado a los presidentes de Palestina e Israel a una oración por la paz en el Vaticano. Con ocasión de este encuentro el papa Francisco ha sembrado con ellos en los jardines del Vaticano un olivo, árbol símbolo por excelencia de la paz. También estuvo presente el patriarca Bartolomeo, representante de los cristianos ortodoxos del Medio Oriente.
En ese momento simbólico y esperanzador estuvieron reunidos el musulmán, el judío, el ortodoxo y el católico para desafiar a la paz y para desafiarnos. Mahmoud Abbas, en nombre de los palestinos, ha repetido las palabras de Jesús cuando lloró delante de Jerusalén: “¡Si al menos en este día tú conocieras los caminos de la paz!”. Shimon Peres, en nombre de Israel, declaró: “Las lágrimas de madres por sus hijos están grabadas en nuestros corazones… Debemos poner término a sus gritos, a la violencia, al conflicto”.
Por su parte, el papa Francisco hizo un fuerte llamado: “Para hacer la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra… para decir sí al encuentro y no a los enfrentamientos, sí al diálogo y no a la violencia, sí a la negociación y no a las hostilidades, sí al respecto de lo acordado y no a las provocaciones, sí a la sinceridad y no a la duplicidad… Hay que romper el círculo del odio y de la violencia… con una sola palabra: hermano… y reconocernos hijos de un único Padre… El mundo es un legado que hemos recibido de nuestros antepasados; es también un préstamo de nuestros hijos… que nos piden derribar los muros de la enemistad y recorrer el camino de la paz a fin de que el amor y la amistad triunfen”.
Estas palabras del papa Francisco son también para nosotras y nosotros. La paz la construimos o la destruimos en cada momento de nuestra vida, según actuamos a favor o en contra de la justicia, el diálogo y la fraternidad. Decía Jesús: “¡Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios!”. Trabajemos por la paz y por una cultura de la paz: aprendamos a luchar contra la violencia y la injusticia mediante la no violencia activa y colectiva.